Tan apasionante como juntar figuritas: juntarse para cambiarlas
En Tucumán los encuentros se realizan los viernes al mediodía en la plaza Urquiza y los sábados, desde las 10, en la Independencia.
Antes era cosa del barrio o del colegio, pero ahora el intercambio de figuritas se hace de forma masiva en plazas y parques. Es una tendencia que empezó a verse durante el Mundial pasado, pero Rusia 2018 la hizo explotar.
En Tucumán los encuentros se realizan los viernes al mediodía en la plaza Urquiza y los sábados, desde las 10, en la Independencia. Allí la timidez y los prejuicios se pierden, porque el fanatismo no tiene edad y nadie tiene vergüenza de “encarar” a los otros para iniciar el intercambio. Al fin de cuentas, todos buscan lo mismo: estar un poquito más cerca de la Copa del Mundo.
Daniel y Benja
Después de varios intentos de pasarles la pelota a sus hijas mayores, Daniel Apud (de camisa azul en la foto) no tuvo más remedio que ponerse él mismo el equipo al hombro. Benja, su hijo de seis años, estaba en el colegio y no podía ir al intercambio de figuritas del Mundial en la plaza Urquiza. Benja se enteró del encuentro por LAGACETA y desde ese momento comenzó a pedir por favor que alguien de su familia fuera por él. Entonces Daniel alzó la cabeza, tomó aire y marchó a la plaza; se sentó en un banco y esperó dos cosas: conseguir figuritas para su hijo y que sus 50 años no lo hicieran quedar como bicho raro entre lo que, se supone, sería un espacio más bien para niños.“Jamás en mi vida junté figuritas, nunca me interesó, y ahora mirame. Mi hijo Benja es un loquito del fútbol y está enfermo con el álbum del Mundial. A mí me divierte verlo a él, el entusiasmo cuando abre los sobres de figuritas, la decepción cuando le tocan repetidas, la alegría cuando no la tiene. Se conoce a todos los jugadores de memoria”, confiesa Daniel, mientras tacha en una aplicación de celular las figuritas que consiguió para Benja: en poco más de media hora, unas 16. Buen número.
Olivia, la memoriosa
A dos pasos de Daniel, Olivia Stok (8 años) es también una rara avis entre los coleccionistas. Primero porque es mujer y segundo porque es la única que no necesita ni una app de celular ni una lista hecha a mano para saber qué figuritas tiene y cuáles les faltan. “Yala, yala, yala, ¡nola!, yala”, canta ella, mientras el papá de Gerónimo y Lucas Colombo pasa las estampas que ellos tienen repetidas (foto). Los nenes, en cambio, sí llevan un papel con los números tachados de las figuritas que ya tienen. El papá de Olivia, Leandro Stok, no puede más que sorprenderse por lo resuelta que ha resultado su hija en un ámbito que él nunca exploró demasiado. “Estaba desesperada por venir cuando se enteró en LAGACETA.com ayer”, cuenta el papá. Ella sigue: “yala, yala, yala...”.
El tío y el sobrino
Leonel Escobedo tiene 19 años y mira con cariño paternal a esa horda de locos que cuentan, desaforados, las figuritas y se las pasan de mano en mano. Le da ternura y se acuerda de él mismo, cuando era más chico. Ahora se acercó a la plaza para que su sobrino Tadeo pudiera intercambiar figuritas, pero él ya considera que se le pasó el momento. “No es ninguna tontera. Cuando sos chicos es buenísimo. Yo lo traigo a mi sobrino para que viva esto, para que no pierda su infancia. Es mejor que esté pensando en estas cosas que en otras...”, apunta. Además, se sorprende de cómo, en esta edición del Mundial, los adultos se engancharon con las figuritas: “tengo un amigo que ya es Policía, hombre grande, y ahora no va a buscarme a mí, sino a Tadeo para cambiar figuritas...”, se ríe.
A dos figuritas
A Nicolás Díaz (28, foto) le faltaban dos figuritas: la 421 (la formación alemana) y la última del álbum, la 669 (el legendario Miroslav Klose festejando un gol en Alemania 2006). No se pierde ni una de estas juntadas, esperando tener la misma suerte que disfrutó en la primera a la que asistió, en la plaza Independencia, donde llegó a canjear 90 figuritas. “Comprar y venir a intercambiar”, dice Nicolás, como únicos dos “secretos” para llenar el álbum en el que, en teoría, no hay figuritas difíciles. Coleccionista de siempre, completó los álbumes de Sudáfrica y Brasil, pero su mamá los hizo desaparecer cuando se mudaron desde su Jujuy natal a Tucumán. Ayer encontró la 421 y la 669. Sí, llenó el álbum otra vez.
Lautaro
“¿Qué, en LA GACETA me vas a sacar? Se van a cansar de delirarme mis amigos”, dice Lautaro Nacul (20) y se pone más rojo que la página de la selección de España. Confiesa que todavía siente algo de vergüenza por tener 20 años y seguir juntando figuritas, pero que ya no le importa. El último Mundial, cuando tenía 16 años, sí le dio cosa coleccionarlas y discontinuó su propia tradición. “Logré llenar los álbumes de Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, pero Brasil 2014 (N. de la R.: en plenísima edad del pavo) no lo hice”, confiesa. Parece que Rusia 2018 será la reivindicación: el viernes estaba a dos figuritas de completar su Panini y un alma caritativa que llegó a la plaza le regaló una y entonces ya le falta menos. Porque entre los fanáticos, la solidaridad funciona y muy bien. “Ahora a esta edad ya no me importa lo que piensen de mí, si so grande para andar juntando figuritas... Además, mirá la cantidad de veteranos que vienen, algunos con la excusa de que es para sus hijos... A todos nos encanta”, dice. “Y llevás para cambiar figuritas en la Facultad?”, le preguntó LA GACETA. “¿Quééé??? ¡Ni en pedo! Eso sí sería un papelón”.
Jeremías
“¿Hola, tenés para cambiar?” Es el saludo oficial en estas juntadas donde la timidez no es buena amiga y se aleja pronto. Si no, pregúntenle a Jeremías González (12), que no se animaba a ir a la plaza por vergüenza pero terminó consiguiendo 50 figuritas que no tenía. Le insistió y lo acompañó Sergio, su papá (foto de arriba), que ya no junta figuritas pero que en su infancia fue fanático. “Ahora, con las redes, es mucho más fácil. Antes sólo lo hacíamos en el barrio o en el colegio, pero era más complicado llenar el álbum”, dice Sergio, mientras “Jere” sigue negociando con un desconocido.
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