Historia de la música folclórica de Argentina ... MICAELA ESPINOSA

 
La música folklórica de Argentina tiene una historia centenaria que encuentra sus raíces en las culturas indígenas originarias. Tres grandes acontecimientos histórico-culturales la fueron moldeando: la colonización española (siglos XVI-XVIII), la inmigración europea (1850-1930), la migración interna (1930-1980). 

Aunque estrictamente «folklore» sólo es aquella expresión cultural que reúne los requisitos de ser anónima, popular y tradicional, en Argentina se conoce como «folklore» o «música folklórica» a la música popular de autor conocido, inspirada en ritmos y estilos característicos de las culturas provinciales, mayormente de raíces indígenas y afro-hispano colonial. Técnicamente, la denominación adecuada es música de proyección folklórica de Argentina. 
En Argentina, la música de proyección folklórica, comenzó a adquirir popularidad en los años treinta y cuarenta, en coincidencia con una gran ola de migración interna del campo a la ciudad y de las provincias a Buenos Aires, para instalarse en los años cincuenta, con el «boom del folklore», como género principal de la música popular nacional junto al tango. 

En los años sesenta y setenta se expandió la popularidad del «folclore» argentino y se vinculó a otras expresiones similares de América Latina, de la mano de diversos movimientos de renovación musical y lírica, y la aparición de grandes festivales del género, en particular del Festival Nacional de Folclore de Cosquín, uno de los más importantes del mundo en ese campo. 



Luego de ser seriamente afectado por la represión cultural impuesta por la dictadura instalada entre 1976-1983, la música folklórica resurgió a partir de la Guerra de las Malvinas de 1982, aunque con expresiones más relacionadas con otros géneros de la música popular argentina y latinoamericana, como el tango, el llamado «rock nacional», la balada romántica latinoamericana, el cuarteto y la cumbia. 

La evolución histórica fue conformando cuatro grandes regiones en la música folclórica argentina: la cordobesa-noroeste, la cuyana, la litoralena y la surera pampeano-patagónica, a su vez influenciadas por, e influyentes en, las culturas musicales de los países fronterizos: Bolivia, sur de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Atahualpa Yupanqui es unánimemente considerado como el artista más importante de la historia de la música folclórica del Argentina. 


Principales intérpretes de Folklore argentino 


Andrés Chazarreta y Atahualpa Yupanqui son considerados los padres del folklore nacional, al haber sido los primeros en sistematizar el rescate de las músicas, las danzas y las voces populares de la Argentina... 


El poeta salteño Jaime Dávalos, por su parte, ayudó a enriquecer al folklore con su pluma exquisita. 
El cantautor Hernán Figueroa Reyes fue una de las figuras más importantes del "boom" de la música folklórica, que explotó en la década del sesenta y cuyos mayores representantes fueron Mercedes Sosa y Ariel Ramírez, quienes incluyeron en sus repertorios temas característicos de todas las regiones del país y se convirtieron en verdaderos embajadores del folklore autóctono. 

Eduardo Falú, Horacio Guarany, José Larralde, el Cuchi Leguizamón, el Chango Rodríguez, Jaime Torres, Los Hermanos Carbajal, el Chaqueño Palavecino, Teresa Parodi y el Chango Spasiuk son otros nombres fundamentales de la música folklórica de ayer y de hoy. 
Por otra parte, también los conjuntos folklóricos también tuvieron su auge, principalmente en los sesenta y los setenta, cuando brillaron Los Arroyeños, Los Calchakis, Los Cantores del Alba, Los Chalchaleros, Los Hermanos Ábalos, Los Fronterizos, el Dúo Coplanacu, Las Voces Blancas y el Cuarteto Zupay, entre muchísimos otros. 

En esos tiempos, era difícil ver a un joven con una guitarra que no supiera tocar una zamba. Con los años fue decayendo el interés de los jóvenes por el folklore nacional. 

Hasta hace poco tiempo, cuando ya entrados los noventa, una joven demostró a todos que el folklore no es asunto de ancianos: Soledad Pastorutti logró despertar el interés de grandes y chicos por la música folklórica, provocando un nuevo impulso de la música de raíces autóctonas, al que también se sumaron Luciano Pereyra y el grupo Los Nocheros.





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