Los Diaguitas...Constanza Rodriguez
¿QUIÉNES?
Este es uno de los grupos de ubicación y descripción estadística más incierta. La AIRA y el Servicio Nacional de Asuntos Indígenas consideran una cifra superior a los 7.000 individuos.
Habitan amplias zonas de Catamarca y Tucumán, más precisamente en el Valle del Río Amaicha (del Aimará Aynacha: cuesta abajo) que cuelga a más de 2.000m. de altura entre las Cumbres Calchaquíes y las sierras del Cajón (Tucumán) y hospeda a los últimos representantes de la cultura Diaguita- Calchaquí, la que alcanzó mayor grado de desarrollo en la Argentina Prehispánica.
Aimacha es un paso entre dos mundos: los sedientos Valles Calchaquíes y las verdes llanuras del Tucumán. Esta situación estratégicas marcó la vida de su gente.
Generalmente son arredentarios de las tierras que ocupan. Lucharon valerosamente por ellas en la época de la conquista, con heroísmo, hasta la muerte. Es de destacar el ingenio y la inteligencia de los Amaichas, quienes lograron conservar sus tierras, sus tradiciones antes los embates de los españoles, firmando tratados que los beneficiaran.
Habitan amplias zonas de Catamarca y Tucumán, más precisamente en el Valle del Río Amaicha (del Aimará Aynacha: cuesta abajo) que cuelga a más de 2.000m. de altura entre las Cumbres Calchaquíes y las sierras del Cajón (Tucumán) y hospeda a los últimos representantes de la cultura Diaguita- Calchaquí, la que alcanzó mayor grado de desarrollo en la Argentina Prehispánica.
Aimacha es un paso entre dos mundos: los sedientos Valles Calchaquíes y las verdes llanuras del Tucumán. Esta situación estratégicas marcó la vida de su gente.
Generalmente son arredentarios de las tierras que ocupan. Lucharon valerosamente por ellas en la época de la conquista, con heroísmo, hasta la muerte. Es de destacar el ingenio y la inteligencia de los Amaichas, quienes lograron conservar sus tierras, sus tradiciones antes los embates de los españoles, firmando tratados que los beneficiaran.
¿CÓMO VIVEN? Algunos viven dispersos y otros en comunidades organizadas como la de Quilmes, Amaicha del Valle y el pequeño grupo Los Llampas. En la actualidad se organizan para luchar por sus derechos y trabajan arduamente para conservar su identidad. |
¿QUÉ HACEN?
Por medio de una tecnología agraria, los Diaguitas lograron arrancarle a
sus áridas tierras, cosechas de maíz, zapallo, porotos y papas. También
crían llamas (animales de carga, fuente de carne y lana). Esta economía
permite sustentar a sus pobladores. Pero lo más destacado de su cultura
-llamada santamarina, por tener epicentro en el Valle de Santa María-
es el arte: el más desarrollado de la Argentina aborigen.
En busca de nuevos ingresos desarrollan pequeños proyectos, como el cultivo de frutilla, ajo y pimiento. Fomentan, además el turismo y las artesanías.
En busca de nuevos ingresos desarrollan pequeños proyectos, como el cultivo de frutilla, ajo y pimiento. Fomentan, además el turismo y las artesanías.
Los
Diaguitas adoran asimismo al sol, el trueno, el relámpago, ciertas
estrellas y a la Pachamama o Madre Tierra . A quien conmemoran, con
bailes, como el de "la Ramada". El carnaval que se celebra en Aimacha del Valle, se sazona con juegos como el "topamiento de comaches", "pechadas" de a pie y caballo, juegos con harina y albahaca, concursos de chayeros y copleros, hilanderas y ovilladoras. |
En las "pascanas" -puestos de comidas- abundan el locro, las empanadas, y la humita en chala, el vino portero y la chicha.
Por las calles desfilan carrozas con la producción del valle, en la última carroza viene la Pachamama, junto a su séquito y al final el Pujllay, humilde y burlón espíritu del carnaval calchaquí y un hondo silencio vuelve a reinar sobre la comarca.
Son célebres por sus vinos pateros, por sus excelentes tejidos y por las virtudes del clima árido que le otorga una vida larga.
Los afamados tejidos amaichas están confeccionados en el típico telar vertical, plantado a tierra en el medio del patio: la lana, hilada a uso y teñida con yuyos y anilina. Una manta, demanda un mes de trabajo. Este oficio se aprende de generación en generación.
Por las calles desfilan carrozas con la producción del valle, en la última carroza viene la Pachamama, junto a su séquito y al final el Pujllay, humilde y burlón espíritu del carnaval calchaquí y un hondo silencio vuelve a reinar sobre la comarca.
Son célebres por sus vinos pateros, por sus excelentes tejidos y por las virtudes del clima árido que le otorga una vida larga.
Los afamados tejidos amaichas están confeccionados en el típico telar vertical, plantado a tierra en el medio del patio: la lana, hilada a uso y teñida con yuyos y anilina. Una manta, demanda un mes de trabajo. Este oficio se aprende de generación en generación.
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