Tendencia Los secretos de una moda: retratar a recién nacidos
Julia Cabrera, una de las precursoras del estlo Newborn, fotografía a Luca, de doce días. Fotos: Rubén Digilio, Lucía Merle, Ariel Grinberg y archivos personales.
Las yemas de los dedos forman una “te” sobre la frente, recorren una vez más la nariz del bebé, que apenas emite un sonido de queja y se deja llevar por las caricias y la música. “No pasó una buena noche”, dice su mamá haciendo una mueca con la boca. Julia lo sostiene en su regazo. Lo envuelve con una manta, con cuidado, hace poco más de doce días todavía estaba en la panza. Sus hermanos juegan afuera del estudio, corren y se distraen con su papá que hace las veces de monstruo e imita voces de personajes de dibujos animados.
Julia aprovecha la profundidad del sueño, apoya al bebé sobre un balde de madera con una base de almohadones y lanas que sobresalen. La luz de la mañana entra por los vidrios de la puerta corrediza, realza los colores: crudos, pasteles. Todo da sensación de suavidad, como la piel de un recién nacido. Y un aroma fresco y avainillado inunda el aire.
De apoco, las manos de Julia comienzan a acomodar al bebé. La cabeza pegada al hombro, el mentón descansando sobre uno de los brazos, el otro libre y colgando por fuera del balde. El pequeño cuerpo queda quieto, en perfecto equilibrio. Julia se arrodilla delante del bebé, enfoca y dispara. “Ahora sí, Luca”.
La lente intenta captar ese estado de paz, de primer plano, lejos de los cólicos y las malas noches. Dos disparos más. De un instante a otro la cara del bebé se transforma, pasa de sonrisa a llanto sin escala. La cámara queda a un costado. Luca sale del mundo del balde para volver a estirarse y recuperar el calor del regazo de Julia. Esta es su primera foto en estilo Newborn. ¿Newborn?
El tiempo promedio que dura una producción Newborn es de unas cuatro horas.
Los orígenes de una moda. El Newborn Photography es una técnica artística que surge en los Estados Unidos, durante la década del ‘90. Su principal objetivo es lograr retratar bebés registrando detalles de esos primeros días de vida. Mediante el uso de fondos de telas o lienzos lisos, pocos accesorios y colores neutrales, los fotógrafos reducen toda expresión al minimalismo, intentando resaltar – según el estilo– la belleza natural de cada recién nacido. Anne Geddes, una fotógrafa australiana de 60 años afincada en Nueva York, es probablemente su mayor referente a nivel mundial. Creando tomas y escenas “mágicas”, cándidas, donde los bebés pueden ser abejas, flores, duendes, hadas u otros personajes fantásticos que se alejan de las fotos convencionales de niños; algo que la ha llevado a vender millones de libros y calendarios.
Esta práctica se instaló en la Argentina en la última década y de a poco fue sumando adeptos, entre quienes se encuentran celebridades como Florencia Peña o Luciana Salazar. Estos encantadores retratos no son para todos los bolsillos: algunos padres llegan a pagar hasta diez mil pesos por una sesión fotográfica.
La precursora. “Hace dos años que es un boom en la Argentina. Yo lo hago desde hace ocho, mi hija tiene esa edad y acababa de nacer cuando empecé”, cuenta María Shefer, una de las pioneras, encargada de explorar esta tendencia en el país. “Ya me interesaba mucho por los retratos cuando descubrí a una fotógrafa norteamericana, Carrie Sandoval. Me enamoré de su trabajo. Hacía fotos contemporáneas de recién nacidos. Cada imagen transmitía algo inexplicable: me hacía temblar. Me dije ‘Quiero hacer esto’. En ese momento, había muy poca gente que se dedicara a este rubro; existía un tabú y no se sabía cómo lo lograban. Yo me pasaba horas estudiando desde dónde venía la luz o intentando conseguir alguna foto del backstage para ver qué usaba, cómo sostenía la manta, si tenían algún caloventor para el ambiente. Hasta que decidí irme para estudiar con ella. Estuve un tiempo allá y volví. Fui creciendo en la fotografía a medida que mis hijos también lo hacían. Lleve ese campo a mi realidad, quizás porque era lo que tenía más cercano.”
La idea es transmitir ternura.
La primera sesión local que hizo tuvo lugar en Olivos. “Y me salió bastante bien”, dice hoy y sonríe. “¡Las que siguieron fueron un horror! –confiesa entre carcajadas–. Trabajaba a domicilio. Iba con mi equipo fotográfico y una valija de equipaje con mantas, gorros y algún accesorio. En esa época usaba luz natural. He conocido Buenos Aires entero así. Incluso estando con panza, embarazada. Hasta que pude tener mi estudio. Intenté mantenerme actualizada. La fotografía de recién nacido es como todo tipo de fotografía, evoluciona y se van poniendo de moda distintas cosas”.
Además de fotógrafa, María es médica gastroenteróloga, contando con un conocimiento que le permite manejar desde los procesos fisiológicos normales de un bebé hasta las circunstancias emocionales por las que atraviesa una madre. Lo cual proporciona seguridad y confianza a la hora de tratar con recién nacidos. “Pueden venir apenas salidos de la clínica. Lo ideal, lo que se supone que es mejor, es trabajar con ellos hasta los doce días. Más que nada porque a partir de la tercer semana ya empiezan con los cólicos y se mantienen más despiertos. Aunque no parezca, dos o tres días hacen la diferencia. El sueño te permite posarlos. Los movés, los movilizás y los manipulás de una manera que mantienen el sueño profundo”, explica.
María Shefer, fotógrafa pionera en Newborn. Estudió la técnica en los EE.UU.
De todas formas, María ya cuenta con trucos propios para calmarlos. “Hay un pediatra de la UCLA (Universidad de California) que escribió un libro que se llama The Happiest Baby on the Block (El bebé más feliz de la cuadra). Obviamente, es una teoría, pero a mí me funciona. El habla sobre un reflejo que se despierta en los recién nacidos cuando uno realiza tres de las cinco S que propone. Una de ellas es sucking, cuando están succionando. Otra es swinging, que es hamacarlos. Side o stomach position, sería la posición de costado o de panza. La que le sigue es algo que está muy de moda ahora, el swaddle, que es mantenerlos bien apretaditos en una manta. Los yanquis los envuelven como si fueran un canelón. Y por el último el shushing, que es el ruido blanco, cuando uno hace shhhh, lo que genera que el ruido uniforme tape al resto de los sonidos”.
Al referirse a los cuidados, María agrega: “Otra cosa importante es la temperatura del estudio. Yo siempre digo que si no estoy transpirando a gotas es porque hay algo que estoy haciendo mal. Tiene que estar alrededor de los 26 o 27 grados, porque los bebitos están desnudos y no regulan. Entonces, hay que mantenerlos estables. Esterilizando y cuidando de evitar los riesgos”.
Historias personales. Julia Cabrera es otra de las precursoras del Newborn en Argentina. Luego de haberse recibido de contadora en la UBA y tras dedicarse cinco años al trabajo empresarial, decidió dar un giro a su vida. “Me casé, largué todo y empecé a hacer cursos. Siempre me gustó la fotografía, desde chica. Cuando arranqué hace seis años, esto era tierra de nadie, acá no existía nada. Hoy veo mucho más marcado este camino. Yo siempre digo que la foto es lo que está detrás. Hay toda una historia. Son pocos los bebés que vienen, les saco y se fueron. De alguna manera, vuelven”.
Julia cita un caso en especial, que convirtió las fotos en sanadoras: “Me acuerdo de una mamá que tuvo mellizos por parto natural y al mes, fue víctima de un problema del corazón por el esfuerzo. Estuvo muy mal, internada. Al tiempo, recibí una carta de ella, diciéndome que se mantuvo en pie gracias a las fotos de sus bebés”.
Julia Cabrera en acción.
El “boca en boca” y la influencia de las redes sociales supieron ser tierra firme para la propagación y el crecimiento de esta rama de la fotografía, expandiendo el interés de distintos sectores populares, incluso hasta antes de la gestación. “Nos han escrito con el Evatest en la mano. Tengo gente que viene hasta de pueblitos del interior. Hacen 200 kilómetros con el recién nacido. Yo no lo puedo creer. Tengo familias a las que les retraté a todos los niños que fueron naciendo. A muchos los vi crecer. Y eso, te diría, es lo más gratificante de todo mi trabajo”, concluye Julia.
La neonatóloga. Entre las recientes apariciones del ambiente se puede destacar a Laura Botti, quien ya desde su profesión, como neonatóloga, experimenta un vínculo intenso con el mundo de los recién nacidos. “Tengo la muerte cerca siempre”, advierte. “Trabajo con prematuros, ya nacen con algo mal, por algo nacen antes. Si bien, gracias al cielo, tengo una supervivencia muy buena y me va muy bien, atiendo chicos graves todo el tiempo. La fotografía sería como un contraste de eso. Son todos bebés sanos, donde los padres tienen la posibilidad de recordar con alegría. Es la otra cara de la moneda”.
Laura Botti es neonatóloga, además de fotógrafa de Newborn.
Desde ese lugar, quizás un poco más liberador, decidió formarse con María Shefer, aportando su experiencia y mirada al servicio de esta nueva expresión artística. “Hoy todo el mundo se está mostrando. Y los bebés no escapan a esa lógica. En el fondo somos una sociedad esteticista. Creo que es parte del juego de la imagen, de una moda. Por eso, las fotos que más me gustan son con los papás, más allá del bebé posado. Porque siento que ahí está la conexión. De acá a un tiempo, cuando esa criatura crezca, verá las fotos y quizás diga: ‘Este era yo, qué lindo’. Pero en realidad terminará buscando a su papá o mamá en la foto. De hecho, a veces me pasa que las madres no quieren sacarse con sus hijos porque están re puérperas, se sienten horribles. Por lo general tengo que convencerlas diciéndoles que no las van a mostrar. Y después terminan siendo las imágenes más lindas. Porque hay un contacto”.
Matilda, la hija de Luciana Salazar.
En una era donde la exposición y la tecnología desafían constantemente los patrones establecidos, se mira atrás realizando un análisis sobre estas nuevas prácticas que se vinculan con viejas costumbres del siglo pasado. “Existe una relación con la foto antigua. Antes, era la fotógrafa la que iba a la clínica. Las mamás se volvían a sus casas con tres fotos impresas de los primeros días de su bebé. Tenía que ver con una tradición. Era captar el momento familiar con una linda cámara. Quizás lo que ahora se vive es una evolución”, opina María Shefer. Hoy se trata una mega producción, una gran puesta en escena.
Emma, hija de Evangelina Anderson y Martín Demichelis.
“Habiendo tantas opciones diferentes de fotógrafos, lo que define la búsqueda es el estilo –dice Shefer–. Muchas veces tengo sentimientos dicotómicos frente a eso. Por eso me representa lo neutro y natural, aunque disfrute posarlos. Quiero transmitir más que decorar, no me interesa una vidriera.”
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