Las diez claves de la neurociencia para mejorar el aprendizaje ... Ana Paula Hofer Falcucci
Investigaciones
recientes aportan procedimientos que sirven para elaborar propuestas prácticas
para mejorar el rendimiento escolar
Una clase
En la mayoría de propuestas ofrecidas para mejorar la educación en
nuestro país predominan los razonamientos teóricos y filosóficos sobre cómo
lograrlo. Aquí pretendemos complementar esas propuestas con un conjunto de
sugerencias de carácter práctico para mejorar el rendimiento académico de
docentes y alumnos a corto y medio plazo. Son procedimientos avalados por la
investigación reciente en neurociencia y psicobiología, que pueden tener su
versión particular en cada nivel y contexto educativo.
1. Practicar regularmente deportes o
actividades físicas
El ejercicio físico aeróbico beneficia las capacidades cerebrales tanto
en el niño como en el adulto. Quienes tienen una actividad física semanal más
intensa tienen también una mejor memoria y mayor flexibilidad y velocidad de
procesamiento de información mental. Incluso 30 únicos minutos de marcha en
bicicleta o carrera al día pueden ser suficientes para mejorar el tiempo de
reacción y la velocidad de procesamiento de la información en el cerebro.
Ello es posible porque la actividad física genera BDNF, una proteína del
cerebro que aumenta la plasticidad o capacidad de las neuronas para formar
conexiones entre ellas, el número de las que nacen diariamente y la
vascularización y aporte de sangre que reciben. La actividad física, en
definitiva, genera una especie de lubricante que facilita el funcionamiento de
la maquinaria cerebral para aprender, formar memorias y recordar.
Un niño juega al
ajedrez.
2. Evitar el exceso de grasas en la
alimentación
La alimentación adecuada para aprender debe evitar las dietas altas en
grasas, pues son dietas que reducen la sensibilidad de los receptores NMDA, que
son moléculas del cerebro que forman parte de los mecanismos de plasticidad
neuronal que hacen posible la formación de la memoria en lugares como el
hipocampo y la corteza cerebral. La experimentación actualmente en curso indica
que la restricción calórica en la alimentación favorece la mayoría de procesos
mentales.
3. Dormir lo necesario con
regularidad
El sueño anticipado prepara al cerebro para aprender y, cuando ocurre
tras el aprendizaje, potencia la formación y estabilización de las memorias. Es
así porque las mismas neuronas que se activan para registrar la información
cuando aprendemos vuelven a activarse cuando dormimos. Suelen hacerlo entonces
a mayor velocidad dando preferencia a las que registraron los aprendizajes a
los que se atribuyó mayor importancia o valor de futuro. El sueño es, por
tanto, una forma cerebral de practicar y fortalecer lo aprendido durante el
día.
La
experimentación actualmente en curso indica que la restricción calórica en la
alimentación favorece la mayoría de procesos mentales
Para potenciar el aprendizaje precedente no es necesario dormir las 8
horas de una noche, pues puede bastar con una siesta de una o dos horas, aunque
períodos más largos suelen ser más beneficiosos. Además de facilitar el
aprendizaje y potenciar la memoria, el sueño reorganiza y estructura los
contenidos de la mente haciendo posible la integración de la nueva información
aprendida en los esquemas de conocimiento ya existentes en el cerebro,
facilitando el descubrimiento de reglas y regularidades ocultas en la
información recibida, generando inferencias, convirtiendo el conocimiento
implícito en explícito e influyendo también muy posiblemente en la intuición y
creatividad de las personas.
4. Entrenar frecuentemente la memoria
de trabajo
Esta memoria es la que utilizamos para pensar, razonar, planificar el
futuro y tomar decisiones. Con ella retenemos en la mente, por ejemplo, las
posibles jugadas a realizar en una partida de ajedrez o las diferentes opciones
para tomar una decisión. Materias como la filosofía o las matemáticas promueven
este tipo de memoria, muy ligada a la inteligencia fluida, que es la capacidad
de razonar y resolver problemas nuevos con independencia del conocimiento
previamente adquirido. La práctica intensa en memoria de trabajo incrementa la
actividad de las cortezas prefrontal y parietal del cerebro de la que depende y
aumenta también las conexiones neuronales entre ambos hemisferios cerebrales.
La posibilidad de transferir la mejora en la capacidad de ejecución de una
determinada tarea de memoria de trabajo a otra tareas diferente no entrenada es
mayor cuantos más procesos cerebrales estén comúnmente implicados en ambas.
La práctica
intensa en memoria de trabajo incrementa la actividad de las cortezas
prefrontal y parietal del cerebro de la que depende y aumenta también las
conexiones neuronales entre ambos hemisferios cerebrales
5. Guiar el aprendizaje con preguntas
Este procedimiento motiva al estudiante, concentra su atención y le
convierte en una especie de detective o investigador que busca en cualquier
fuente de información posible la solución a los interrogantes que se le
plantean. Es además un modo de enseñarle a trabajar y ganar autonomía para
aprender, es decir, es también un modo de aumentar la capacidad del alumno para
aprender por sí mismo en el futuro.
6. Practicar frecuentemente el
recuerdo de lo aprendido
El recuerdo, además de servir para evaluar lo aprendido, sirve también
para seguir aprendiendo. El preguntar sobre la información recientemente aprendida
beneficia a la memoria a largo plazo promoviendo el reclutamiento de los
circuitos neuronales del recuerdo en las subsecuentes oportunidades de estudio.
Ayuda también a mantener la atención durante largos periodos evitando las
distracciones cuando se estudia leyendo los textos en la pantalla de un
ordenador. Tal actividad aumenta la sensación subjetiva que tiene el estudiante
de estar aprendiendo y reduce así su ansiedad respecto a evaluaciones
posteriores.
7. Un poco de estrés no es malo
En situaciones emocionales o de estrés moderado, la activación de
estructuras cerebrales como la amígdala y la liberación en la sangre de
hormonas como la adrenalina y los glucocorticoides pueden contribuir a la
facilitación del aprendizaje y la memoria actuando directa o indirectamente
sobre los circuitos neuronales del cerebro. Los glucocorticoides regulan además
la presencia de los mencionados receptores NMDA en el cerebro, y promueven
cambios epigenéticos que facilitan en el ADN de las neuronas la expresión de
los genes que hacen posible la síntesis de las moléculas necesarias para formar
las memorias. Un modo de inducir esa emoción o estrés moderado en los alumnos
consiste en proporcionarles antes de nada información motivadora sobre la
materia a aprender, algo que conocen sobradamente los buenos docentes.
8. Homenaje a la lectura
De todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades
mentales la más asequible y la que proporciona un mejor balance costo/beneficio
es, sin duda, la lectura. Leer es uno de los mejores ejercicios posibles para
mantener en forma el cerebro. Es así porque la actividad de leer requiere poner
en juego un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la
percepción, la memoria y el razonamiento. Cuando leemos, activamos
preferentemente el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el más dotado de
capacidades analíticas en la mayoría de las personas, pero son muchas las áreas
cerebrales de ambos hemisferios que se activan e intervienen en el proceso.
Decodificar las letras, las palabras, las frases y convertirlas en sonidos
mentales requiere activar amplias áreas de la neocorteza cerebral.
Las
evaluaciones orales generan una memoria a largo plazo mucho mejor que la que
resulta del tipo de estudio consistente en repasar una y otra vez textos o
apuntes de una materia
Las cortezas occipital y temporal se activan para ver y reconocer el
valor semántico de las palabras. La corteza frontal motora se activa cuando
evocamos mentalmente los sonidos de las palabras que leemos. Los recuerdos que
evoca la interpretación de lo leído activan poderosamente el hipocampo y el
lóbulo temporal medial del cerebro, que son zonas críticas para la memoria. Las
narraciones y los contenidos emocionales del escrito, sean o no de ficción,
activan la amígdala y demás áreas emocionales del cerebro. El razonamiento
sobre el contenido y la semántica de lo leído activa la corteza prefrontal y la
memoria de trabajo. La lectura refuerza también las habilidades sociales y la
empatía, además de reducir el nivel de estrés del lector. El libro y la
lectura, como gimnasio asequible y barato para la mente, deberían incluirse en
la educación desde la más temprana infancia y mantenerse durante toda la vida.
9. Inmersión temprana en más de una
lengua
Los individuos que adquieren múltiples lenguas en su infancia y las
practican a lo largo de su vida tienen una mayor atención selectiva y más
desarrollado el hábito de conmutar contenidos mentales, lo que les facilita la
adquisición de aprendizajes complejos, especialmente los que implican cambios
en las reglas de ejecución. Aunque pueden tener un vocabulario más reducido en
cada lengua, los bilingües son más rápidos y efectivos que los monolingües
cuando, por ejemplo, aprenden a clasificar objetos por su color y, de repente,
hay que cambiar y clasificarlos por su forma. La mayor capacidad de ejecución y
flexibilidad mental de las personas bilingües se manifiesta frecuentemente en
la vida, se ha observado en todas las edades, y la conservan además mucho más que
los monolingües en la vejez.
30 minutos de
marcha en bicicleta o carrera al día pueden ser suficientes para mejorar el
tiempo de reacción y la velocidad de procesamiento de la información en el
cerebro
Para generar un automatismo como el lingüístico y beneficiarse de él hay
que aprenderlo tempranamente y practicarlo con asiduidad y frecuencia. Los
maestros, al igual que los padres y cuidadores, tienen un papel importante en
esa inducción lingüística múltiple de los primeros años de vida. El estudio y práctica
de la música puede tener un efecto similar en la medida en que es también otra
forma de lenguaje.
10. Evaluaciones orales
Las exposiciones o los exámenes orales no solo permiten una evaluación
muy rigurosa del conocimiento adquirido por los alumnos, sino que, sobre todo,
inducen en ellos un tipo de estudio mucho más basado en la comprensión de los
materiales y la información que en su simple memorización. Son además métodos
que generan una memoria a largo plazo mucho mejor que la que resulta del tipo
de estudio consistente en repasar una y otra vez textos o apuntes de una
materia.
Las presentaciones
en clase ayudan a desarrollar habilidades para hablar en público. / STOCKBYTE / GETTY IMAGES
En general, los ambientes enriquecidos y todas aquellas actividades
mentales o intelectuales que suponen esfuerzo y desafío son más útiles para
formar buenas memorias que aquellas que se realizan sin apenas esfuerzo.
Tampoco deberíamos despreciar recursos tradicionales en diferentes niveles de
la enseñanza como la escritura al dictado, el resumir textos o el memorizar
información básica. Reglas de ortografía, fechas históricas, países y sus
capitales y accidentes geográficos, son ejemplos históricos nada despreciables,
pues constituyen valiosos recursos de memoria implícita que se adquieren por
repetición y resultan extraordinariamente útiles como apoyo para posteriores
evaluaciones mentales y razonamientos complejos.
Es un hecho comprobado que una enseñanza adecuada tiende a igualar el
rendimiento de los sujetos que aprenden y evita con ello contrastes acusados y
comparaciones entre esos sujetos que no siempre benefician al proceso
educativo.
Ignacio Morgado es catedrático de Psicobiología de la Universidad
Autónoma de Barcelona y autor de Aprender, recordar y olvidar: Claves
cerebrales de la memoria y la educación (Barcelona: Ariel, 2014).
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