Consecuencias de la Batalla de Tucumán ... Martina Ale
La
Batalla de Tucumán fue la victoria más importante obtenida por los
ejércitos patriotas en la Guerra de la Independencia Argentina.
"Aunque
el triunfo de Tucumán ... fue el resultado de un cúmulo de
circunstancias imprevistas", le correspondió a Belgrano "la gloria de
haber ganado una batalla contra toda probabilidad y contra la voluntad
del gobierno mismo" y a Díaz Vélez, con su prevenido accionar, decidir
"la victoria de las armas patriotas ese día".
El
material abandonado por los españoles y recuperado por Eustoquio Díaz
Vélez y Manuel Dorrego —13 cañones, 358 fusiles, 39 carretas, 70 cajas
de municiones y 87 tiendas de campaña— serviría al Ejército del Norte
durante toda su campaña. 450 realistas perdieron su vida en el combate y
otros 690, entre oficiales y soldados, fueron capturados en condición
de prisioneros, entre estos los coroneles Pedro Barreda, Mariano
Peralta, Antonio Suárez y José Antonio Álvarez Sotomayor. Por su parte,
los defensores solo tuvieron 80 muertos y 200 heridos. Quedaron
destruidos los regimientos y cuerpos militares de Cotabamba, Paruro,
Abancay y parte del Real de Lima.
El 29 de septiembre de 1812, Belgrano escribió al Superior Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata el
parte oficial de la gloriosa acción del día 24 de septiembre,
calificando a la batalla de Tucumán como "...el Sepulcro de la
Tiranía..."
El 27 de octubre se celebró una misa de acción de gracias; en la procesión que llevaba la estatua de la Virgen de las Mercedes, Belgrano depositó su bastón de mando entre los cordones del ropaje de la imagen, proclamándola en agradecimiento como Generala del Ejército Argentino.
Moldes y Holmberg abandonarían el Ejército, pero se le sumaría Juan Antonio Álvarez de Arenales, con quien Belgrano emprendería el 12 de enero la marcha hacia Salta, donde los realistas se habían hecho fuertes.
La
victoria consolidó la obra de la Revolución y alejó momentáneamente el
peligro de un verdadero desastre. Si el ejército patriota se hubiera
retirado, las provincias del norte se hubiesen perdido para siempre y el
enemigo, dueño de un extenso territorio, habría llegado hasta Córdoba,
donde le hubiera sido más fácil obtener la cooperación de los realistas
de la Banda Oriental y de las tropas portuguesas del Brasil.
El triunfo tuvo también importantes consecuencias políticas, por cuanto Belgrano — que contaba con la simpatía de la Logia Lautaro —
había derrotado al invasor contrariando las disposiciones del gobierno y
demostrando el acierto de los opositores, cuando pedían auxilios para
remitir al Ejército del Norte. En Buenos Aires, a los tres días de
conocerse la noticia del combate, el Primer Triunvirato fue derribado por la Revolución del 8 de octubre.
El Segundo Triunvirato concedió a los integrantes del ejército el uso de un distintivo con la inscripción:
LA PATRIA A SU DEFENSOR EN TUCUMÁN
También
dispuso que los nombres de los soldados figurasen en el libro de honor
de los respectivos Cabildos de Buenos Aires y Tucumán. Belgrano fue
designado Capitán General, pero rehusó el ascenso con suma modestia.
El doctor Bernardo de Monteagudo, en la sesión pública de la Sociedad Patriótica llevada a cabo el 29 de octubre de 1812, sostuvo que
El grande y augusto deber que nos impone la memoria de las víctimas sacrificadas el 24 de septiembre, es declarar y sostener la Independencia de América ... de no haberse producido ese triunfo, los realistas ya estarían en Córdoba, y los enemigos interiores acelerarían el momento de nuestra desolación. ... Jurad la Independencia, sostenedla con vuestra sangre, enarbolad su pabellón, y estas serán las exequias más dignas de los mártires de Tucumán.
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