La Batalla de Tucumán... Agustina Orellana (Obligatorio -3° trimestre)
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La Batalla
de Tucumán
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El ejército del Norte se retira lentamente,
hostigada su retaguardia por dos columnas españolas envalentonadas por la
facilidad de la maniobra. Belgrano se afirma ya en la idea de hacer frente al
enemigo en Tucumán. Pero las órdenes que recibe del gobierno son
terminantes: destruir todo lo que pueda ser útil al enemigo y continuar
retirándose hacia Córdoba. El 3 de setiembre un combate de retaguardia sobre el
río Las Piedras, demuestra el temple de los soldados que intervienen en él e
infunde esperanzas a todos.
En las proximidades de la ciudad de Tucumán recibe Belgrano a una
comisión que le ofrece los hombres y las armas disponibles para hacer frente a
los realistas y, lo que es más, la decisión de vender caras sus vidas. Belgrano
se decide; desobedecerá al gobierno para luchar al lado de este pueblo heroico.
Pone a la ciudad en estado de defensa y forma sus tropas al norte de la misma,
de espaldas a ella. Los españoles, confiados en su mayor experiencia, suponen el
triunfo fácil. Flanquean por la izquierda la línea patriota para
cortarles la retirada del sur, visiblemente, sin enmascarar sus movimientos, tan
seguros están de la victoria. Belgrano cambia su frente hacia el oeste y el
choque se produce.
Es el 24 de setiembre de 1812: son las 8 de la mañana. Pronto
la batalla se hace confusa, de difícil conducción. Los ejércitos se dividen, se
fragmentan en grupos que pelean interpolados, medio ocultos por el humo hurente
de los pajonales incendiados, mientras sobre el campo de las Carreras se abate
una espesa manga de langostas que aumenta la
confusión.
Recién al anochecer -ha sido toda una larga jornada de heroísmos
individuales - Belgrano logra reunir a sus huestes vencedoras. Los realistas
dejan en el campo de batalla 450 muertos y 700 prisioneros, 7 cañones, banderas
y estandartes y, sobre todo, jirones de su petulancia de la
víspera.
Be!grano no ha logrado, empero, la decisión total. Tristán tiene
tiempo de reunir los restos de su ejército y, sin ser molestado, se dirige hacia
Salta.
La victoria tuvo gran repercusión en todo el país. Tucumán, "cuna de
la libertad y sepulcro de la tiranía", la celebra jubilosa.
El 27 de octubre se
realizó una misa en acción de gracias. Por la tarde, cuando la procesión portaba
en las andas a Nuestra Señora de las Mercedes, en medio de la conmoción
universal, Belgrano puso el bastón que llevaba entre los cordones del atuendo de
la imagen.
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