Lengua: Día de la Poesía ..."La abuela Marcela" ...Camila Ovejero
DÍA DE LA POESÍA
Con motivo del Día de la Poesía, quiero compartir con todas mis compañeras , "La abuela Marcela", un poema muy hermoso, escrito por el "Indio" Raúl Uribio.
Con esta poesía nos hace reflexionar sobre el problema de la vejez.
"La abuela Marcela, anda por las siestas con sus nudos flacos, golpeando las puertas. En el Vía Crucis de todos los días busca en gente extraña, amor y alegría. Siempre arregladita, peinado plateado, cara bien polveada, los labios pintados, vestidito largo, blancas zapatillas, y una medallita que en su pecho brilla. Perdóneme, joven, si en algo molesto, no crea que vengo trayéndole cuentos, escúcheme un rato y después me vuelvo. En mi propia casa vivo arrinconada, nadie me conversa, será porque, claro, ya me encuentro vieja, que estoy mala vista, que soy un estorbo, y hasta hablo zonceras, pero ellos no saben que yo me doy cuenta de mi proceder, y se han enojado porque yo me he negado a firmar un escrito sin antes leer, eso ha sido basta pa'que no me hablaran, y apaguen la radio que alegre escuchaba. Será por eso, cada vez que ocurren estas cosas malas, me nació la idea de andar por las siestas golpeando las puertas de todas las casas. Justamente ayer una de las nietas, con sus amiguitas hizo una gran fiesta, le prohibió que salga de su humilde pieza pa'evitar acaso de pasar vergüenza. Al pretender darles algunos consejos, le dicen: "Callate, son cosas de viejos". Actitud de seres soberbios y necios, que en vez de cariño, sólo dan desprecio, producto de los que recién casados quedan con sus padres, a fin de cuidarlos, el sutil pretexto de los atenidos que en vez de ser hombres, siguen siendo niños. Ocupa el cuartito último del patio, de paredes grises y descascaradas donde se amontonan enseres antiguos, cosas que no sirven, cosas olvidadas. Que rompe los platos, que se vuelve rara, que no la soportan cuando se levanta, acaso se olvidan que ayer cuando niños, sus mil travesuras, ella soportaba. Al verse impotente le tiemblan las manos, sabe que algún día cuando menos piense, irán a dejarla en un hogar de ancianos. Despacito reza su rosario breve. 'Antes que eso ocurra, Diosito me lleve'. Por qué no llenarla de besos y abrazos. Y hasta comprender sus grises vaivenes, si al final de cuentas no tiene la culpa, la arterioesclereosis le invade sus sienes, por qué no sacarla un rato a la plaza, a mirar los jardines, comprarle un helado, brindarle una rosa llena de perfumes, y algún pañuelito de color rosado. Y si me permiten los que están presentes quiero recordarles un lindo consejo: Que tarde o temprano si llegan a viejos, quieran o no quieran pasarán por eso. Perdonen mi verso que tal vez les duela, pues quiero que sepan que en muchos hogares, siguen existiendo abuelas Marcelas".
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