Las llamas reciben a las visitas de una estancia con mística
Los jesuitas dejaron su impronta en Las Carreras. Ese sello está presente en los quesos y en un rico menú turístico. Un cartel invita a recordar que por allí vivieron y trabajaron los jesuitas llegados en 1718: “su reloj se detiene y el viento del valle empuja caprichosamente sus emociones. Respire profundo y siéntase como en el siglo XVIII”. La Compañía de Jesús enseñó a los nativos a elaborar quesos manchegos (de La Mancha, España) y levantó construcciones de adobe a más de 2.000 metros de altura. Ambos legados coloniales subsisten y forman parte de la mística de la estancia Las Carreras. Las llamas que pastan sigilosas dan la bienvenida a la casona. Una de ellas levanta la cabeza y anuncia la llegada de los visitantes. Hernán Romano , guía de la estancia, enseguida cuenta que el establecimiento tiene 9.000 hectáreas, y que sólo 450 están destinadas a la agricultura y la ganadería (la papa semilla es el cultivo principal). “Seguimos produciendo quesos para mantener la tradición.