Cómo llevar a los chicos a 1810


La literatura infantil aborda la Revolución de la mano de autores que le proponen a sus pequeños lectores un viaje en el tiempo. Aquí nos cuentan cómo encararon ese desafío. Por Hernán Carbonel | Para LA GACETA - SALTO (Provincia de Buenos Aires)

OTROS FORMATOS. La historia contada para los pequeños lectores.
Lo cierto es que la Revolución de Mayo pudo no ocurrir. Lo cuentan los hermanos Herrauri, quienes hacia 1880 descubren un texto escrito por Julián, padre de ambos ya muerto. En el manuscrito se da una versión oculta de los sucesos de aquel mes de 1810, donde se asegura que el régimen realista contaba con un arma secreta para destruir la Revolución: El Furo, un monstruoso reptil que vivía escondido en los túneles de la ciudad, listo para acabar con aquellos criollos que exigieran un cambio de gobierno.

Ese es el argumento de El Furo - La Revolución de Mayo pudo no ocurrir (Ediciones Amauta) de Emilio Saad, tucumano de nacimiento, dibujante y autor de una vasta cantidad de textos infantiles.

Entrevistado en exclusiva para LA GACETA, Emilio Saad advierte sobre su libro: “Mi primera intención no fue contar -a través de una ficción- cómo ocurrió la Revolución de Mayo; sino, al revés, quise contar desde una ficción que esa Revolución ‘pudo no ocurrir’. Porque -en la propia realidad histórica- estuvo a punto de naufragar”.

Mario Méndez, editor de Ediciones Amauta, es el autor de El aprendiz (Alfaguara), en el que narra la historia de Nino -un chico huérfano, protegido de Hipólito Vieytes- y su búsqueda de identidad, la convicción de un amor y su afán de colaborar con la Revolución de Mayo.

Otro título enmarcado en los años independentistas es La rosa del río, de Laura Ávila (Editorial Crecer Creando). Ambientada en la recuperación de una Buenos Aires tomada por los ingleses, cuenta la historia de Anselmo, un chico de la nobleza que deberá encontrar un remedio para su hermano contagiado por la viruela; que se encontrará con Juana, una lechera que acaba de perder su vaca, y un esclavo africano que brega por hallar a sus hermanos de raza. Juntos comenzarán un viaje iniciático que pondrá en riesgo sus vidas y los llevará a conocer a quienes asuman la reconquista de la ciudad.

Quien también tiene varios volúmenes con el Bicentenario como eje es Adela Basch, una de las autoras más reconocidas de la literatura infantil argentina (sobre todo para los más pequeños), que suele trabajar con la materia histórica. De Basch, Alfaguara publicó: Contemos uno, dos y tres y vayamos a 1810, En estas hojas detallo cómo llegó el 25 de Mayo, y Las empanadas criollas son una joya.

“Pensar estos tres libros significó para mí, por un lado, ver qué aspectos del pasado se mantienen actuales en este momento y, por el otro, cómo se percibe lo que sucedió hace 200 años desde la perspectiva del hoy -explica Adela-. Muchas veces los temas relacionados con la historia nos resultan muy complicados. Pero creo que es así sobre todo por las cantidad de ideas hechas de antemano que tenemos sobre ellos. Cuando se busca lo que estos temas tienen de esencial, de medular, de central, toda complicación pareciera disolverse. En el fondo, lo fundamental es sencillo. Contrariamente a lo que muchas personas creen, los chicos no son tontos. Pueden captar estas ideas y relacionarlas con su vida y con el mundo. Escribir estos libros -concluye Basch- fue un ejercicio de ampliar mi propia manera de ver para poder presentar el mismo tema en tres diferentes obras de teatro dirigidas a chicos de distintas edades”.

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Hernán Carbonel. Escritor y periodista cultural.

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