Navidad solidaria: los voluntarios que eligen pasarla con la gente que vive en la calle


Una forma diferente de celebrar las Fiestas.
Cientos de personas participaron de la sexta edición de las recorridas de Nochebuena, en las que se comparte comida y juguetes. Hay familias enteras y también famosos.
Por Nahir Haber y Carlos Arasaki 
​​(Especial para Clarín)
“Las cosas que salen de la boca se respaldan con el corazón”, dice Casquito mientras termina de hacer el asado para los voluntarios que lo visitan semanalmente, ahora sus comensales.
Es la sexta edición de “Una Navidad Diferente”, la recorrida solidaria que organiza la Fundación Sí comandada por Manuel Lozano y que el sábado a la noche contó con un récord de 740 voluntarios esparcidos por la ciudad repartiendo comida, bebidas, pan dulce, turrones y juguetes a las personas en situación de calle.
Estamos debajo de un puente en Boedo, hace calor pero no molesta. Es casi medianoche, no estamos sentados en una mesa larga llena de familiares y sin embargo nunca nos sentimos tan próximos. No hay alcohol ni vitel toné. Hay una persona que nos esperó sin desear ni una de las 6.000 empanadas que se cocinaron en la Fundación. Hoy, él es el anfitrión y busca sillas para los 12 voluntarios porque quiere devolverles lo mucho que le dieron durante el año.
La visita a Casquito dura poco, y el tiempo es desproporcionado respecto del amor que nos transforma.
El itinerario llega a la cuadra de Luismi mientras tapa su enorme depósito de cartón con bolsas de plástico, anticipándose a la lluvia. Una sola mirada le alcanza para descifrar el genoma que le da origen a nuestra ascendencia. Se burla de todos nosotros pero siempre empieza los chistes por él. “Conan el Vikingo”, como él mismo se define a sus setenta y tantos, toma dos empanadas y las pone al borde de un plástico porque en ese momento lo más importante es recaudar sensaciones. No lo conocemos como lo conocen Mariana y Fernando, los coordinadores de la zona 23, pero el encuentro nos está modificando.
La visita a Juan (nombre ficticio, como todos los que aparecerán de aquí en más para preservar la identidad de la gente que vive en la calle) es aún más breve. Nos pide que no le dejemos comida porque tuvo la fortuna de recibir algunas donaciones. Sólo tiene un deseo: un teléfono para hablar con su hijo. Juan choca los vasos de telgopor que no hacen ruido para un brindis en el que ya participan todos nuestros sentidos. Tiene más de un motivo para celebrar porque consiguió trabajo como delivery en una pizzería y está tratando de conseguir una bicicleta que lo ayude con el reparto.
El grupo de voluntarios lo completan Analía, Adrián, Jorge, Silvia (novia de Fernando), Claudio y Leticia (esposo e hija de Mariana) y la pareja de actores de Eugenia China Suárez y Benjamín Vicuña. La pareja de actores se sumó por primera vez a la recorrida, igual que ocurrió otros años con Axel o Julián Weich.
Navidad Solidaria. Miles de voluntarios participaron de las recorridas de la Fundación Sí para compartir las Fiestas con gente que vive en la calle. En el grupo que recorrió Boedo se sumaron Benjamín Vicuña y la China Suárez.
Navidad Solidaria. Miles de voluntarios participaron de las recorridas de la Fundación Sí para compartir las Fiestas con gente que vive en la calle. En el grupo que recorrió Boedo se sumaron Benjamín Vicuña y la China Suárez.
Ninguno comprende ni tampoco le busca explicaciones, al por qué esas cuatro niñas de entre 3 y 8 años que viven junto a su mamá Vanina en las calles de Boedo irradian tanta luz en medio de la oscuridad. Sus miradas penetran, sus abrazos desarman y pasan corriente porque son eléctricas. No frenan un segundo, saltan sobre un colchón, se cuelgan de los voluntarios y siguen saltando mientras regalan una y otra vez el “Feliz Navidad” más puro de todos los encuentros.
La última escala se produce bajo la autopista, donde viven Vanesa, su marido Darío, sus cuatro hijos (Héctor, Leandro, Cristian y Miguel, un bebé de apenas meses) y su perro “Manchas”. Héctor muestra unas cartas y enseguida se arma un desafío de truco que los voluntarios pierden. También hay tiempo de brindar y de que los hijos de Vanesa se animen a explicarles a los presentes qué significan los encuentros. Siempre hay tiempo porque como nos enseñó Casquito esta noche, “No se vive por hora”.
Una “Navidad Diferente” para todos es ni más ni menos que eso. Nos quedamos con las sensaciones heterogéneas pero con el compromiso extendido para que lo anecdótico sea también lo cotidiano.

Comentarios