Huevos de chocolate ... Daniela IBAÑEZ

¿Por qué recibimos huevos, conejos o gallinas de chocolate el domingo de pascua?


Regalar huevos de chocolate en Domingo de Pascua  no es solo una tradición como algunos piensan. Su origen tiene una larga tradición que se ha vivido durante la Cuaresma a lo largo de generaciones desde hace muchísimos siglos. Sería interesante que todos conociéramos algo más sobre esta bonita historia.

Los huevos de chocolate y el conejo de Pascua

La tradición de los huevos, muy arraigada en Estados Unidos, el centro de Europa e Inglaterra, empezó debido a que los cristianos católicos que seguían la abstinencia de la Cuaresma, no podían comer, entre otras cosas, huevos ni productos lácteos. Los seguidores de esta tradición guardaban los huevos, y para mantenerlos frescos los bañaban con una fina capa de cera líquida. Una vez terminada la Cuaresma, se reunían delante de la iglesia de su ciudad, y los regalaban. Con el tiempo, la iglesia católica fue cambiando las tradiciones, y hoy solamente recomienda la abstinencia de carne los viernes de la Semana Santa.
Sin embargo, la tradición de regalar huevos el domingo de Pascua siguió y de hecho continúa en muchos países del mundo. La única diferencia es que antes se pintaban y decoraban huevos de gallina y de pavo para regalar en pequeñas cestas.
En cambio, hoy aunque se siguen regalando huevos de gallina en muchos países, desde principios del siglo XIX se también se regalan los huevos de chocolate, los preferidos por los niños.
En muchas culturas, los huevos representan 'vida' y 'fertilidad', y tanto en Roma como en Grecia, se regalaban huevos pintados en las fiestas y festivales de primavera. Si hablamos de los huevos como símbolo cristiano, estos huevos tienen el sentido de una 'vida nueva', tal como significa palabra Pascua. Una vida que nos da el Jesucristo resucitado.
Y el conejo, ¿qué pinta en toda esta historia? Pues el conejo ya ha sido una fantasía inventada por los padres para dar una pizca de ilusión al domingo de Pascua. Los niños creen que es el conejo es que trae los huevos. Los padres esconden los huevos de chocolate por el jardín o la casa y los niños van a buscarlos el domingo de Pascua. El conejo es un personaje para la Pascua. En todo caso, creo que con huevos de chocolate o sin ellos, la Pascua no cambiará su sentido para los cristianos.

Llegan las Pascuas y todas las chocolaterías y marcas de golosinas sacan a la venta huevos, gallinas y conejos de chocolate. Grandes y chicos nos tentamos y los comemos gustosos, pero sin preguntarnos por qué. ¿Por qué huevos? ¿Por qué de chocolate? ¿Por qué en esta época del año?

Por entonces, casi todas las culturas tenían al huevo como símbolo de la fertilidad, porque encerraba la promesa de la vida. Casi todas, con la excepción de germanos y eslavos, para quienes la fertilidad estaba representada por el conejo, y no resulta difícil imaginar por qué. Particularmente para ellos el conejo era la forma en la que encarnaba Oester, la diosa de la primavera, a la que le rendían culto cuando la luna llegaba a su equinoccio, marcando el cambio de estación. Como dato, Oester es la raíz de la palabra Easter, con la que se denomina la Pascua en alemán e inglés.

Pero hace 2000 años, cuando los cristianos empezaron a celebrar la resurrección de Cristo, en el norte de Europa se inició una confusión de figuras paganas y religiosas, que el calendario gregoriano terminó por zanjar en el siglo XVI: por motivos non sanctos y de dominación cultural, se hicieron coincidir las celebraciones paganas a Oester con la vuelta a la vida de Jesús. Y chau picho.

De forma que la confusión iniciada entre dioses germanos y eslavos, combinado con la tradición cristiana, terminó por construir el relato actual en el que en Pascuas se comen huevos, los conejos pululan escondiéndolos para los niños y la gallina… bueno, la gallina parece recién salida del pesebre, pero al fin y al cabo es la que pone el huevo.

POR QUE SON DE CHOCOLATE
¿Pero por qué son de chocolate y por qué tienen colores vivos? Esa es otra historia y se remonta a la Rusia de los zares. Hacia el siglo XVIII en Europa del Este se celebraba la Pascua regalando huevos duros, como una manera de reafirmar la llegada de una estación próspera. En tiempos de hambre, tenían su onda. Pero por regla general no resultaba un regalo muy atractivo. Así que los zares le dieron la vuelta de rosca para marcar su categoría high class: los empezaron a hacer de porcelana, a decorar con joyas y metales y preciosos, y a coleccionarlos.

En otro de los sincretismos que ni la historia puede explicar, el catolicismo ortodoxo exportó los huevos de colores hasta Occidente, donde gustaron mucho. Los huevos duros y decorados cundieron como una simpática moda a mediados del siglo XIX, hasta que un suizo, pícaro y voluntarioso, se avivó de que si los hacía de chocolate serían furor. Y así están las cosas al día de hoy.
En Medio Oriente todavía se sigue intercambiando huevos carmesí, para recordar la sangre de Cristo. Y en Polonia y en Ucrania hacen verdaderas obras de arte con cera fundida sobre su cáscara.
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