¿Kilmes o Quilmes?

El nombre Kilmes proviene de las palabras Kil que indica pluralidad y me origen étnico. Al respecto del nombre, dice el historiador Lafone Quevedo (descubridor de las ruinas):
Se escribe Kilme con K y no con Qu porque así conviene por lo que sería el alfabeto propio del idioma; los nombres "Kilme" y "Quilme" leídos parecen propios de dos, dichos, sonarían como de una y la misma nación: para los efectos de estudios de etnología comparada. 
Hoy en día los últimos Kilmes siguen peleando pacíficamente por la titularidad de sus tierras, arrebatadas por la conquista y refrendada por los sucesivos gobiernos argentinos.
Calchaquí es una palabra de un idioma ya desaparecido, el kakán y es el nombre de un río, del valle que atraviesa y de la gente que allí vivió y le dio ese nombre.
Al sur de los nativos omaguacas que habitaban la quebrada de Humahuaca, vivían nativos que los españoles llamaban Diaguitas.

Hoy sabemos que eran grupos distintos que hablaban distintos dialectos de la misma lengua (caca, kakán o cacana), hoy pérdida.

Estos pueblos originarios  Calchaquíes, dieron su nombre al valle donde vivían y al río que lo atraviesa. 
Más hacia el sur, en los valles de Vinchina y Guandacol en La Rioja (al sur de la Cuesta de Miranda) y en Jachal, (San Juan) vivía un grupo que hablaba la lengua capayana. Se estima que llegaron a sumar entre todos no más de 40 mil habitantes. 
Su idioma está extinto desde finales del siglo XVII, luego de las terribles Guerras Calchaquies, los españoles erradicaron a esta gente de manera cruel y despiadada, de modo que ya no quedan hablantes de esta lengua indígena.
Los sobrevivientes del grupo étnico hoy en día hablan castellano y suman unas 62.000 personas.
Carecemos de datos lingüísticos de la lengua kakán y solamente queda registrado en los nombres de lugares (toponímicos) como: Pular, Luracatao, Chicoana, Tolombón, Yocavi, Tafí, Hualfin y, la famosa Quilmes (por sus ruinas, su valerosa resistencia en las Guerras Calchaquíes y por la localidad bonaerense homónima a donde fueron obligados a asentarse los derrotados Quilmes luego de la guerra).

Las Guerras Calchaquíes
En estas bellas tierras, el afán de los españoles y el abusivo sistema de la "encomienda" (virtual esclavitud o servidumbre de los nativos) hizo que estos se sublevasen lo cual origino una serie de guerras a lo largo de los siglos XVI y XVII, llamadas "Guerras Calchaquíes".

Hubo tres guerras entre los españoles y los habitantes de los Valles Calchaquíes.

La Primera Guerra Calchaquí comenzó en 1560, y fue liderada por el cacique Juan Calchaquí, de los Pacciocas. Asedió las ciudades recientemente fundadas por los conquistadores (Cañe en Tucumán, Córdoba del Calchaquí y Londres (en Catamarca), que fue abandonada por los europeos. Esta guerra llevó al Rey de España a separar al Tucumán de Chile y crear una nueva gobernación dependiente del Virrey del Perú, esto permitió a los españoles organizarse mejor y derrotar a los nativos (1563).
Para evitar la recurrencia de estas insurrecciones, se funda Tucumán en 1565. Fue una lucha despiadada; los indios resisten en las alturas (donde los peninsulares se apunaban) pero éstos contraatacaban tomando las mejores tierras para los cultivos (en los valles de menor altitud).
La política de tributos, ocupación de tierras y trabajos forzados (el nefasto sistema de la encomienda) lleva a los indígenas a volver a la violencia. Comienza entonces:
La Segunda Guerra (1630 a 1637) fue liderada por el jefe Chalamín y los nativos arrasaron con las ciudades de Londres (la segunda) y Nuestra Señora de Guadalupe. La guerra terminó cuando los españoles capturaron y ejecutaron a Chalamín (lo llamaban “el tigre de los Andes”). Los aborígenes fueron deportados y encomendados por los victoriosos españoles. 
Finalmente un aventurero español, Pedro Bohórquez se hizo pasar por inca bajo el nombre de Inca Hualpa. Este organizo a sus súbditos Calchaquíes y comenzó la Tercera Guerra (1658-1667). Sin embargo cuando se presentó ante los españoles buscando su reconocimiento y perdón, lo apresaron en (1657) y ejecutaron (1667) en Lima. La guerra prosiguió hasta la victoria final de los españoles sobre los últimos rebeldes.
Pero antes de la victoria final, fueron sometidos los valerosos indios Quilmes (o Kilmes), que fueron derrotados en 1665.
Como ellos habían conducido esta guerra, se dispuso su exilio y desarraigo en una comarca cercana a Buenos Aires, donde hoy se encuentra la ciudad de Quilmes.


Ruinas de los Quilmes

En Tucumán, a pocos kilómetros de la Ruta Nacional 40, recostado contra la ladera occidental del Valle del río Santa María, se encuentra, al pie del cerro Alto del Rey, la ciudadela de los valientes indios Quilmes.
Esta población estuvo habitada desde el año 800 después de Cristo hasta el desarraigo de sus habitantes en 1665.
Hasta ese momento, vivían unas 3.000 personas en la zona urbana y otras 10.000 en los alrededores y cultivaban unas 1.300 ha. De tierra.


Los Kilmes en Buenos Aires
Los Kilmes habían habitado hasta entonces los Valles Calchaquíes, adonde llegaron escapando de la dominación Inca. Estos fueron inicialmente resistidos por los locales pero luego, llegaron a convivir de manera pacífica. Cuando llegaron los españoles, encontraron un grupo de pueblos agricultores habitando esta comarca. Los sucesivos intentos de someterlos a la esclavitud llevaron a las distintas guerras ya mencionadas pero no lograron la doblegación de los Kilmes hasta que a su llegada, los españoles encontraron un único pueblo o, mejor, una única familia de pueblos habitando aquella región.
En 1664, el Gobernador de Tucumán, Mercado y Villacorta dirigió el ataque a los Kilmes. Los arrinconó y cortó su provisión de agua. Debieron rendirse. Las previsiones de la rendición indicaban el destierro.
Unas 260 familias fueron obligadas a caminar desde su tierra hasta la actual Quilmes en 1666. Al poco tiempo se levantó una capilla para la “cristianización”, se llamó La Santa Cruz de los Quilmes.
A lo largo de los años, la población de Kilmes se iba reduciendo en la Reducción (si se permite el juego de palabras). Se aportaron nuevos aborígenes pero la tendencia se mantuvo hasta que, en 1812, se extinguió la Reducción de los Quilmes. En esa fecha de las doce familias del poblado, apenas tres eran descendientes de los valerosos guerreros Calchaquíes.

Los Quilmes forman parte del grupo denominado Diaguita, situado en los Valles Calchaquíes. Su lengua fue kakana, aunque también sabían el quechua por los Incas. El territorio Quilmes se halla en las vertientes orientales del Cajón de Santa María, al sur del valle que lleva el mismo nombre. Los documentos nombra la presencia de 11 sitios menores consistiendo una localización territorial estratégica para fines defensivos (ver mapas). Estos sitios aún no se han descubierto arqueológicamente. Poco se sabe de su organización socio-política, sus actividades de subsistencia, sus ritos, etc. Fueron un grupo agro-alfarero dentro de la cultura Santa Mariana, proveniente del norte de la provincia de Catamarca. La gran parte de información sobre en qué zona habitaban los Quilmes, proviene básicamente de documentos eclesiásticos y clérigos religiosos (p.ej. los Jesuitas) que nos dan cantidad de datos etnográficos. En especial se le debe al Padre Lozano que escribió las relaciones indígenas en 1745. Otros documentos son las cartas oficiales de gobierno, que informan sobre tácticas de guerras y números de atacantes. La mejor información de los Quilmes es la que informó Pedro Bohórquez (El Falso Inca).

Los indios no tenían fronteras fijas. Usaban las montañas como vías de comunicación y limitaciones de sus asentamientos. De esa forma los españoles nunca llegaban a verlos cuando cruzaban los valles. La región Quilmes se extendía limitando con los Colalaos, Pacciocas y Tolombones hacia el norte, y al sur por los Anguingastas, Acalinas e Ingamanas. En efecto, para llegar allí las tropas españolas debían atravesar los territorios de los Pulares, Tolombones, Pacciocas y Colalaos, vecinos nortes de los Quilmes. Todos con fines rebeldes hacia la colonización española. Los pueblos del sur eran los menos belicosos que de la zona Calchaquí. Fueron también los últimos en ser conquistados junto a los Quilmes.

Al no ser sometidos los Quilmes directamente por los colones españoles, éstos no podían observar y anotar datos etnográficos sobre su cultura en sí. Lo que sabemos de los Quilmes, no son por ellos mismos, sino por autores fuera de la cultura de los Quilmes, por lo que pone en duda mucha información de sus tradiciones y creencias. Hay que tener en cuenta que tales datos están escritos por los terratenientes y oficiales españoles de la época, y no por los propios indígenas. La primera mención de los Quilmes es a través de Pedro Diego de Torres, que en 1612 da cuenta que - “los Quilmes es la nación más belicosa y temida de todo el valle”- . O sea el primer indicio que obtenemos sobre ellos es que son un “pueblo salvaje”, difícil de someterlos a la “civilización” española. Pero aún después de ésta época escarcen los datos hasta c.1650.

Algunos datos indican que los Quilmes provienen de Chile, escapándose del imperio Inca y estableciéndose en lo que es hoy el valle Santa María en Tucumán y así rivalizando con pueblos Diaguitas. El imperio Inca dejó marcado a través de las mitmakunas (deportaciones de pueblos hacia otros lugares del imperio) nuevas poblaciones indígenas de diferentes lenguas en el mismo valle para fines productivos y defensivos. Tal ejemplo son los Pacciocas y Tolombones, vecinos de los Quilmes. Esto hace pensar que los Quilmes eran lugareños y que ellos tuvieron que luchar para defender sus tierras a estos nuevos pueblos puestos por los Incas.

Para los españoles, los valles eran una importante vía de comunicación entre el Alto Perú y el Rio de la Plata. El primero en penetrar la zona de los Calchaquíes fue el adelantado Diego de Almagro, en 1536. Pero éste no fundó ninguna ciudad, ni fue su objetivo conquistar tierras. Solo buscaba el paso a Chile. Diego de Almagro dio pocos datos etnográficos. Seis años después se logró comunicar el Alto Perú, a través de los valles del Tucumán hasta el Rio de la Plata. Fue otro adelantado, Juan Núñez del Prado quien emprende una campaña conquistadora en el territorio Tucumano. Juan Núñez penetra en el área en 1549 y en 1550 funda la primera ciudad en el norte llamada El Barco (supuestamente la capital de la provincia del Tucumán; Esto es una historia aparte, ya que esa propia ciudad ha sido capturada por los indios, y re-fundada varias veces, hasta llegarse a ser la actual San Miguel de Tucumán). Durante ese tiempo hubo conflictos judiciales entre la gobernación de Chile y del Tucumán, de quien pertenecían estas tierras, sin todavía haberlas conquistado. Para los españoles era importante la conquista de éstas tierras porque, una: querían tierras para la repartición entre los terratenientes, formando nuevas haciendas y el trabajo encomendero; y dos: para la extracción de minerales, ya que la zona Tucumán era conocida durante el imperio Inca, como la zona minera donde se extraía más que nada cobre, pero también plata y oro. Recién en 1563 se determinó que la provincia de Tucumán quedaba bajo jurisdicción de la Audiencia de Charcas y no Chile. A partir de esa fecha se abrió paso a las conquistas colonizadoras.
Juan Calchaquí

Un personaje clave en las guerras Calchaquíes, es el cacique de los Tolombones: Juan Calchaquí. Formando un centro indígena en Tolombón (ver mapa), Juan Calchaquí arma la primera rebelión contra las fuerzas conquistadoras. Esta se destaca desde 1560 a 1563. Éste personaje fue un guerrero astuto y negociador, que encabezó un movimiento de resistencia, consiguiendo aliar todos los grupos indígenas que hoy comprenden la región denominada a su nombre: Valles Calchaquíes. En 1562, él destruye las tres ciudades más importantes de la época: Londres, Córdoba de Calchaquí y Cañete en Tucumán (ver mapas). Los datos del Pedro Lozano indican que en ésta época existían unos 30.000 indios, que no pudieron ser sublevado. Se les temía mucho, e incluso se les temía que se aliaran con el cacique Vitlipoco de Humahuaca, que también se resistía a la colonización. Además, temían que se uniera al re-levantamiento Inca de Vilcabamba en el Perú. Muchos predican que tal hecho hubiera sido fatal para los españoles, tal vez expulsándolos definitivamente de las cordilleras Andinas. Juan Calchaquí falleció de forma natural en 1630.

Ésta es una época que hasta principios de 1600 no era más que luchas, tratados de paz y ataques varios, tanto por parte español como indígena. El mismo Juan Calchaquí ha sido tomado prisionero, que al ser visto como Huaca (sagrado) por todos los indígenas, los españoles lo usaban como negocio para obtener rehenes españoles. Ciudades colonas eran fundadas, destruidas, re-fundadas o cambiadas de lugar. Lo mismo ocurre con los puestos políticos de la gobernación Tucumana. Igualmente, en todos estos casos no se los nombra a los Quilmes. Se sabe que las rebeliones estaban formadas por varios grupos, y aunque éstos hayan estado presentes a éstas varias luchas, los conquistadores los hayan confundido con los Hualfines, Paciocas, Tolombones u otros.
Al comienzo del 1600 algunos grupos indígenas se sublevan a las doctrinas españolas. Esto hace que varios guerreros indígenas estén a favor de los españoles para las luchas Calchaquíes. El problema también está en que varios pueblos propios eran enemistados entre sí, por cuestiones de tierras, herencias o solo por pertenecer a otra etnia (además se sabe que los Calchaquíes de Tolombon eran una mitmakuna Inca). Esto, los españoles al darse cuenta de que existen luchas internas entre los indios, les facilita a obtener un gran número de guerreros, y por negociaciones conseguir a lo que llamaban “Indios Amigos”, a la lucha contra los demás indios. Igualmente varios de éstos indios les traicionaban. Era una traición recíproca. También fue una época de epidemias, lo que hizo que varios murieron y los españoles perdieran nuevamente las tierras “ganadas”.

Alrededor del 1630 surge otro cacique rebelde de nombre Chalemin, del pueblo de los Malfines, situados al sur del valle Santa María. Puede ser que los Quilmes no se hubiesen aliado con los Diaguitas y por eso no se los escucha. Sin embargo éstos tal vez se aliaron a los Malfines de ésta época, formando una fuente de rebelión por el sur. Por otro lado, tampoco se los menciona a través de los Malfines a lo que da a saber que tampoco participaron activamente en sus rebeliones. Esto explica que el territorio Quilmes se situaba en un sector central a todas las rebeliones y que no necesitaban defenderse, ya que tenían a los Diaguitas por el norte, y a los Malfines por el sur, luchando contra los conquistadores.

El Falso Inca, Pedro Bohórquez

Por su parte, en 1580 se funda la ciudad de Salta y en 1591 la ciudad de La Rioja. Dos puntos estratégicos que figuran como puntos fijos de base colonizadora. De ésta forma, poco a poco los colonizadores iban obteniendo terrenos y aislando cada vez más la zona Calchaquí. En 1643 llego un tratado de paz, que además de la popularidad de las riquezas que prometía Argentina, “tierra del plata”, se aventuraban muchos a venir desde España, poblando cada vez más aquellos valles.

Uno de éstos aventureros fue el andaluz Pedro Chamizo, alias Pedro Bohórquez. Éste personaje fue nuevamente uno de los que lideró una rebelión iniciada en 1655. Se dice que escapó del presidio de Santiago de Chile y se establece en Póman, en la actual Catamarca. En éste establecimiento hace amistades con los desarraigados Malfines que quieren huir al valle  Calchaquí. Escapan y obtienen apoyo del cacique de los Pacciocas: Pedro Pivanti. Pedro Chamizo se hizo pasar por descendiente Inca como nieto de Atahualpa. Fue llamado “Titaiquín“ (rey) por los indios y “Falso Inca” por los colonos. Lo bueno que él tiene muchos datos sobre los Quilmes. Nombra que el pueblo de Quilmes en 1657 comprende de 400 hombres y 2000 almas, o sea unas 4000 personas Esto significa que estuvo personalmente con ellos y estableció amistades.

A éstas fechas entra un nuevo gobernador en Tucumán de nombre Alonso Mercado y Villacorta quien emprende una colonización violenta en el sector norte de los valles Calchaquíes, aminorando así el territorio indígena. La idea del Falso Inca era supuestamente la legalización de sus tierras y libertad étnica, además de sus propios enriquecimientos. A los gobernantes eso no les convenía ya que estaban necesitados de trabajos encomenderos, y querían tomar a los indígenas como esclavos. “El Falso Inca” alcanza a tomar y destruir pueblos colonos, pero fue tomado prisionero. Tratando de negociarse a sí mismo, fue a favor de los conquistadores entregándole información del todavía místico valle de los Quilmes. Es por eso que se lo conoce como que jugó un papel entre los dos bandos, a su propio beneficio. Finalmente fue ejecutado en Lima en 1667, 12 años después de su apariencia en los valles.

Las informaciones del “Falso Inca” les valieron a Mercado y Villacorta a lo que emprendió de inmediato una conquista a la zona de los Quilmes. En 1659 fueron tomando pueblo por pueblo hasta llegar a la zona de Tolombón. Éstos son sublevados y se alían con otros indios vecinos: Pacciocas y Colalaos. Los conquistadores penetran en la zona Quilmes pero no logran avanzar las últimas 14 leguas que les faltan para dominar al valle. Solo llegaron a la fortaleza Quilmes. Hubo muchas pérdidas de indígenas y españoles. Al regreso a Salta, muchos indios se le rebelaron contra ellos (los Hualfines) y tuvieron mayores pérdidas.

Mercado y Villacorta emprende una 2da. Campaña en 1664 (5 años de espera). Fue así que aislaron a los Quilmes en su propia fortaleza, donde fueron sitiados por el hambre. Un año más tarde el cacique Martin Iquim da la rendición, a base de que no les matasen, y a cambio fueran desterrados de sus valles. Al año siguiente se rinden también los Alcalines, parientes de los Quilmes, situados al sur del territorio. Algunos Alcalines pudieron huir y se instalaron en Cerro del Alto donde empiezan una última campaña de reconquista que termina en 1667. Los grupos indígenas del Valle de Santa María fueron así subsionados y desterrados, vaciándose por completo los valles Calchaquíes de asentamientos indígenas. Así terminaron 130 años de resistencia indígena, que abarcaron desde la llegada del primer conquistador en 1536, hasta 1667.

La deportación hacia Buenos Aires


El gobernante de Tucumán Mercado y Villacorta hace un trato económico con el presidente de la Real Audiencia de Bs As: José Martínez Salazar de repartir al pueblo Quilmes que comprendían de unas 2000 personas a encomenderos de Buenos Aires y remata a los indios a cambio de soldados y de ayuda económica. A fines de noviembre del 1665 parten los 2000 indígenas hacia las costas bonaerense, una travesía de 1000 km. Un primer trato fue entregar a todos los Quilmes al encomendero Luis Toledo y Velazco, que escoltó bajo sus gastos a ellos hasta Rio Tercero, en Córdoba. Pero al no ser recibidos por los encomenderos allí, fueron entregados a la Corona Real, y él se quedó con unas 200 personas. El acuerdo con José Martínez Salazar le ordenó que condujera a los indios directamente a Buenos Aires, destinados al servicio de la ciudad, como tributarios de la Corona Real. El plan del gobernador Mercado y Villacorta era de despoblar el valle y evitar nuevas rebeliones, pero también de liberar territorios para efectivizar nuevas mercedes de tierras y proveer mano de obra a los encomenderos y las ciudades. También para recompensar a oficiales y soldados que habían participado en las distintas campañas, porque reclamaban beneficios, dando cuenta de sus méritos y gastos invertidos en el tratado de “pacificación”.

El Partido de Quilmes


En agosto de 1666 llegan los primeros indígenas Quilmes a la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. Esta zona forma hoy el partido que lleva su nombre: Quilmes. Para fines del 1666 habían llegado 1800 personas con Martin Iquim de cacique. Llegaron a una “suerte de estancia” (estancia entregada por la corona). Allí se crea la Reducción de la Exaltación de la Santa Cruz de los Kilmes, en la actual ciudad de Bernal. Ésta zona correspondió a Pedro de Quirós, que comprendía un total 30 suertes por la costa. A partir de ahí se fueron modelando las estancias. En 1711 se delimito el pago de La Magdalena para los Quilmes y en 1780 la zona se dividió en 3 parroquias, una la que es Quilmes. Así se formó lo que hoy día es el partido de Quilmes comprendido entre el Riachuelo, el Arroyo del Gato, el Rio de la Plata y el río San Vicente.

El genocidio de los Quilmes fue un trasladado a un escenario geográfico completamente diferente al que estaban acostumbrados. Durante el viaje, varios indios se fugaron y varios maltratados, que murieron en el camino. Una vez radicados, tanto los Alcalinos como los Quilmes, son sometidos a trabajos estatales, como mitayos coloniales. Igualmente siguieron con sus costumbres y tradiciones étnicas; como cambiar de vivienda cuando se moría un pariente. Aunque la iglesia les prohibía ciertas costumbres. Su adaptación al nuevo medio ambiente fue mayor del que se creía. Hablaban su lengua Kakana, y entendían el Quechua pero no lo hablaban. Por parte de la iglesia se les obligaba el español. Vivían en rancho de paja, criaban pocas ovejas y muchos caballos. Sembraban trigo como lo solían hacer en sus valles, hacían trabajos ganaderos y mercado entre deudores y acreedores. Todos estos datos dan a saber que se acriollaron al modo de vida pampeano.

De su nuevo ambiente se sabe que la costa del partido de Quilmes era utilizada para actividades de contrabando. Los productos manufacturados, introducidos por los barcos Europeos eran cambiados por productos agrícola-ganaderos. Se producía la caza indiscriminada de ganado vacuno cimarrón para obtener cueros también. A todas éstas actividades se usaban a los indígenas Quilmes, además como constructores de iglesias, estancias, servicios domésticos, etc. Se conoce de un primer tributo hacia la Corona en 1667 que existían 750 personas. Es decir que la mitad de los que partieron de los valles. A comienzos de 1670 se produjo epidemias en la zona del Gran Buenos Aires que redujeron aún más la población Quilmes. Para 1673 eran 500 y para 1726 ya quedaron 141 indios. A fines de 1800 se fueron agregando otras parcialidades indígenas mezclándose con la original, y formando así un mestizaje que formará parte del actual ciudadano argentino. Recién en 1912 se dio por extinguida la reducción, igualando a los indios Quilmes con los demás ciudadanos.

Gracias a los datos etnográficos de los Quilmes establecidos en Buenos Aires, se sabe que tenían un concejo de ancianos para establecer las reglas de la comunidad y para elegir al sucesor del cacique. Tenían una jefatura y heredaban eligiendo a un hombre, pero no por primogénito. 38 años después de que llegaron, litigaron por su cacicazgo y fueron aprobados por la corona. Seguían su linaje jerárquico, aunque hubo problemas por descendencia judicial de algunos sucesores. También había mujeres importantes que transmitían los derechos del cacicazgo. Tenían por un lado la “nobleza” con su jerarquía y cacicazgo, y la “gente servil” que eran los no asociados a la jerarquía.

Se conoce de un hecho para heredar el cacicazgo Quilmes, por parte de Don Agustín Finca. Este personaje reclama el “puesto de ser cacique” por muerte de Juan Pallamay en 1692. Juan Pallamay tenía un nivel de vida buena, ya que poseía 70 caballos y mulas, 22 bueyes y varias ovejas. A su muerte le reclaman primeramente el cacicazgo un descendiente de su previo cacique: Isabel Pallamay. Esto verifica que las mujeres tenían un papel fuerte dentro del cacicazgo Quilmes.
La Comunidad India Quilmes

En 1984 se reconoce a las Comunidades indígenas de Amaicha y Quilmes en Argentina. Éstas comunidades provienen de la etnia diaguita-calchaquí que originalmente ocupaba el territorio actual de los Valles Calchaquíes, o sea que los actuales indígenas no descienden directamente de los antiguos Quilmes, sino que eran una mezcla. La idea de formar una comunidad indígena es de formar pueblos indígenas para preservar, fortalecer y perpetuar su identidad, con territorio, lengua, y cultura propia. A partir de entonces comienzan unas luchas de hechos jurídicos para re-obtener los derechos de las tierras pobladas por los antiguos indios Quilmes. Recién en 1994 se reconocen los derechos indígenas con posibilidades de restitución de tierras. La constitución Nacional y Provincial en general, no niegan el derecho que tienen las comunidades a las tierras y lo afirman, pero no lo hacen efectivo. Los gobiernos prometen entregas de títulos, pero a base de excusas no le dan afecto. Supuestamente habría subsidios para las Comunidades Indígenas a través del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Pero varios fondos han sido recortados por nuevos ajustes políticos.

La Comunidad India Quilmes surgió como una manera de reaccionar ante una situación concreta de explotación por parte de los dueños de las tierras apoyados por el estado y sus instituciones. Ellos quieren reconocerse, no como indios pero como miembros de la Comunidad Quilmes. Su objetivo es de no pagar arriendo a sus propias tierras, controladas hasta hace 2 años por los terratenientes del lugar.

En 1992 ante el gobierno de Tucumán por parte de Ramón Ortega, le entrega a un empresario la explotación del lugar de las Ruinas de Quilmes, sin participación alguna de la Comunidad Indígena. Este hecho fue la entrada a unos acontecimientos nuevamente bélicos que aún hoy día siguen vigentes. Las Ruinas Quilmes están a 1978 mts. De altura y a 180 Km de la ciudad de Tucumán y demuestran su imponencia y perfección arquitectónica. Con su alta elevación al pie del Cerro Alto del Rey, se puede contemplar una vista estratégica sobre todo el valle. El sitio data del año 1200 d.C. y era un complejo núcleo urbano en un terreno de treinta hectáreas que albergaba supuestamente más de 5.000 personas. Los gruesos muros que aún delatan el propósito defensivo de la ciudadela. En sí es más que un pucará, aunque para atestiguar esto hay que subir el sendero, y así darse una idea de la extensión de las ruinas.

Las ruinas de Quilmes fueron excavadas por Juan Ambrosetti en 1897, en una época que la excavación arqueológica contextual no era practicada. Ambrosetti quiso reconstruir las viviendas encontradas, pero no realizó su proyecto. En cambio lo hizo en el pucará de Tilcara. Recién en los 1990’s se arma un centro turístico en las ruinas Quilmes, donde construyen un hotel 4*, pero justo encima de un cementerio indígena, donde todos los materiales arqueológicos son tomados por su propietario. Éste empresario es Héctor Cruz, que recibió un subsidio de mucho dinero para construir el hotel, que no fueron destinados a la Comunidad como lo habrían arreglado con ésta. Héctor Cruz se dice ser de sangre aborigen, a la cual emprendió un negocio de fabricar obras artísticas que conjuguen con sentido del mundo indígena. Otros dicen que esta persona tuvo un encuentro con extraterrestres en que posiblemente le reveló un destino triunfador a favor de los indígenas.

La idea de él fue de pedir 2 ha. Para construir un museo arqueológico que rescatara la historia de todos los diaguitas-calchaquíes. A cambio debía levantar una escuela en Amaicha, y no lo hizo. Bien está que tal propietario formó un museo local y también que terminó con el proyecto de Ambrosetti reconstruyendo las estructuras visibles de la fortaleza. Al no haber participado un equipo arqueológico en el proyecto, se desconoce todo tipo de conocimiento cultural tanto del cementerio como de las viviendas. Es una lástima que de tantos datos etnohistóricos que se han obtenido en los últimos años, no se puedan correlacionar con datos arqueológicos de este sitio que ya están perdidos para siempre.

Por otro lado, un grupo de arqueólogos de la universidad de Gutenburgo hicieron un proyecto en el sitio vecino de Pichao, que aparenta tener mayor extensión que la de la fortaleza Quilmes. Se estima que en tiempos de la conquista han vivido más de 10.000 personas. El lugar está en la ladera del pueblo del mismo nombre, a 8 km al oeste de la ciudad de Colalao del Valle. Varios estudios se han hechos en este asentamiento. Se ha descubierto una disminución demográfica a fines de la conquista española, donde supuestamente éste pueblo se ha re-establecido detrás de las cumbres, para no ser visto por los invasores desde el valle.

Hoy en día los suecos han hecho que la Comunidad de Pichao entienda la forma de vida que sus antepasados llevaban, a base de la arqueología. Además, establecieron sin el uso de construcciones modernas, un sitio turístico donde los comunitarios mismos son los guías y puedan guiar a los visitantes por su gran sitio arqueológico. Ellos mismos han participado en seminarios y reuniones donde reconocen los valores de los antiguos pobladores de los valles. Esto es lo que se llama “Turismo Sostenible”. Además, gracias a la capacidad de nuevos estudiantes de arqueología se están formando proyectos de todas las universidades del país, para estudiar los sitios arqueológicos que tengan que ver con comunidades indígenas. Con suerte, en unos años se entenderá mejor la identidad de los diferentes pueblos indígenas que participaron en las guerras Calchaquíes.


La historia de la conquista en nuestras tierras, con la excusa de la civilización, tuvo aspectos  demasiado tremendos y desesperanzadores. Si consideramos que civilizar es elevar el nivel de cultura de una sociedad; es mejorar la formación  y comportamiento de las personas o pueblos, se termina comprendiendo que dentro de aquella conquista existieron calamidades que aun avergüenzan a la raza humana. El exterminio de las culturas aborígenes en el continente americano cobra una dimensión muy especial, la cual trascendió a través de los tiempos manteniendo una herida abierta y sangrante con un dolor difícil de superar. El arrebato y desarraigos de  de sus tierras, la negación de sus libertades, la conversión compulsiva a una religión desconocida por ellos, la perdida de sus lenguas nativas, el sometimiento despiadado a la servidumbre y esclavitud, el atropello a todas sus formas de vida y costumbres, fueron los ingredientes que convergieron para lograr una progresiva catástrofe despiadada en donde el ser humano ¨civilizado y culto¨ pudo dar rienda suelta a un gran número de  arrebatos en nombre de aquella empresa.

En la provincia de Tucumán  nos encontramos con testimonios físicos y rastros profundos de aquellas calamidades. Así es como podemos llegar a los restos  de lo que fue una importante ciudad y fortaleza conocida ahora como “Ruinas de los Quilmes” ubicada a sesenta kilómetros de Cafallate. Cuando el visitante llega y contempla aquellos notables rastros de lo que fue una importante civilización aborigen y se impregna de su historia, siente como una especie de impotencia, rabia y lastima de no poder contemplar con vida esa enorme fortaleza destruida y abandonada. Quizás la primer pregunta que uno se puede llegar hacer es: ¿A quiénes habrán molestado estos aborígenes para que los expulsaran de estas montañas? Y así llegamos a la triste conclusión que molestaban al ambicioso y desmedido conquistador quienes  iban diezmando y esclavizando a las distintas tribus en los valles y en las llanuras para apoderarse de sus tierras; por eso es, que aquellos  buscaban las montañas en donde hacían sus asentamientos con sistemas de defensas adecuados. Para algunos investigadores  los Quilmes habitaron el valle Calchaquí  a partir del  año 900 de nuestra era, mientras que en los últimos siglos   de su existencia en aquel lugar, se ubicaron en el cerro denominado Alto Rey como último bastión y fortaleza en donde lo fueron poblando con un conjunto de viviendas, plazas, anfiteatros, graderías, torreones de avistajes, terrazas para el cultivo y corrales de piedras para los animales domésticos.  Construyendo progresivamente una ciudad fortificada en donde habitaron unos tres mil aborígenes quienes fueron desarrollando su vida de manera organizada y con ciertas seguridades que la llanura no les proporcionaba por el constante acoso de otras tribus invasoras  y posteriormente  el del hombre blanco.

Las tribus calchaquíes de los valles venían resistiendo al invasor español y de hecho lo hicieron por más de un siglo en donde no faltaron luchas y guerras despiadadas. Pero la necesidad de los conquistadores de diezmar y someter a los aborígenes para lograr mano de obra esclava para las zonas de cultivos, la explotación de minas y las mismas ciudades, hacía peligrar constantemente las poblaciones indias.

Los españoles habían llegado a aquellos valles en el año 1547 y su objetivo de formar colonias en donde tenían como propósito someter y explotar a los indígenas de toda la región. Así fue como a un siglo desde aquel arribo y luego de muchas luchas entre el ejército invasor y las tribus aborígenes, los colonos españoles vivían en gran medida una etapa de prosperidad, gracias a la gran cantidad de indios encomendados que trabajaban a sus exclusivos servicios en  las plantaciones del algodón y otras explotaciones agrícolas y cuando tenían sobrantes de esclavos aborígenes, como muchas veces ocurría, estos infelices  eran destinados a las minas de Potosí y Chile como mulas de carga.

Luego de cruentas luchas,  en muchas de las cuales  los conquistadores fueron derrotados en los valles calchaquíes. Al final por contar con medios más avanzados y recursos adecuados, se llega al año 1665 en donde los Quilmes fueron totalmente sitiados, destruyéndoseles sus sembradíos y cosechas, quedando al final sin alimentos y casi sin agua. En esta calamitosa situación  se les imponía que bajaran del cerro a cambio de que se les perdonaría la vida. Todo fue muy tremendo, muchos de los Quilmes prefirieron morir antes de entregarse a la esclavitud. Los días previos al desenlace fatal, todo el pueblo danzaba en ceremonias, mientras  los soldados españoles desde abajo contemplaban sin entender. Danzas con fulgurantes hogueras por la noche daban un marco sensacional de estas ceremonias rituales que los Quilmes realizaban como despidiéndose de su sistema de vida. Ante esta tremenda agonía  y conociendo el indiscutible destino que les esperaba por la maldad del hombre blanco, muchas mujeres con niños pequeños, como así también indios adultos se desbarrancaban por los precipicios de la agreste montaña inmolando sus vidas antes de caer en las manos despiadadas del conquistador.

Alrededor de unos 2000 indios Quilmes quedaron sometidos y prisioneros para ser trasladados la mayoría de ellos encadenados  en horribles y penosas caravanas a pie hacia la provincia de Buenos Aires, con el objeto de formar la Reducción de los Quilmes en frente del Río de la Plata, mientras que otros grupos fueron  destinados a Córdoba y  Santa Fe. Las penurias y crueldades de aquellas caravanas dejaban esparcido cadáveres por sus rutas de muerte. La expatriación de sus tierras y el obligado éxodo se efectuó por orden del gobernador imperial de Tucumán, lo que terminó contribuyendo al exterminio total de estos pueblos  quienes habían resistido con estoico valor más de 130 años de constante acoso de la conquista española.


Las antiguas ruina de los Quilmes se mantienen como fiel testigo del paso de esa conquista y se observan a través de ellas las cicatrices profundas de aquella mal llamada civilización. Aún persisten millares de piedras apiladas por aquel pueblo que siguen dando forma a los recuerdos de las laboriosas indias que hilaban en sus telares, tejían y procuraban sus alimentos, mientras que los hombres se dedicaban a realizar nuevas construcciones y recolectar las cosechas. Pero hoy nada queda, solamente perdura el dolor de los recuerdos de un vergonzoso  exterminio de un pueblo laborioso que solamente defendía su tierra y su forma de vida la cual fue brutalmente arrebatada.


MAPA DE LOS ASENTAMIENTOS INDIOS A LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES

1-   Atacamas
2-   Omaguacas
3-   Diaguitas Quilmes Kilmes
4-   Lule-Vilelas
5-   Tonocotes
6-   Sanavirones
7-   Comechingones
8-   Huarpes
9-   Chiriguanos
10- Matacos
11- Guaicurues
12- Guaranies
13- Charruas
14- Querandies
15- Tehuelches
16- Selknam
17- Pehuenches
18- Yamanas

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