María Taybar:

La novela era siniestra, en el exterior ya de noche profunda reinaba la tormenta... a cada relámpago seguido de un trueno, su cuerpo se estremecía, a pesar de todo no podía dejar de leer....
Lo que más le agradaban de esas noches era leer, leer..... ¡y no parar de leer...!
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