Islas Malvinas ... Luján Ormachea

La Guerra de las Malvinas
El 2 de abril de 1982 el gobierno ocupó por la fuerza las islas Malvinas. La
ocupación, si bien se originó en una decisión tomada en secreto por unas
pocas personas y sin calibrar adecuadamente sus posibles consecuencias
militares y políticas, contó con un amplio respaldo popular.
El gobierno imaginó que la recuperación de las Malvinas iba a resolver sus
problemas políticos, en un momento en que el rumbo de la experiencia
militar se veía comprometido. Al principio, eso pareció posible. Pero el
gobierno había subestimado la respuesta de Gran Bretaña y creyó además
que los Estados Unidos —cuyo principal aliado era precisamente Gran
Bretaña— apoyarían la acción argentina.
La reacción británica —en buena medida motivada por razones de política
interna— fue dura. El gobierno de Margaret Thatcher decidió enviar una
poderosa flota y fuerzas militares para recuperar las islas. Los Estados
Unidos, después del fracaso de la mediación del general Haig —que procuró
que el gobierno argentino aceptara la resolución 502 de las Naciones Unidas
y retirara las tropas de las islas— apoyaron decididamente a su principal
aliado.
El gobierno militar decidió controlar estrictamente la difusión de noticias
acerca de la evolución política y militar del conflicto, y creó un clima
triunfalista que no se correspondía con el curso real de los acontecimientos.
En el piano de la política internacional, la Argentina recibió la adhesión de
los países de América latina y del Movimiento de Países No Alineados, pero
quedó aislada de las potencias occidentales. Un intento desesperado del
gobierno argentino por cambiar sus alianzas y conseguir el apoyo de la URSS
tampoco prosperó. En el plano militar, el poderío y la organización británicos
superaron al caótico e improvisado dispositivo militar argentino. El 14 de junio
de 1982, el mando militar argentino en Malvinas capituló ante los jefes
británicos. El 15 de junio de 1982, las tropas argentinas se rindieron ante las
inglesas. La guerra por las Malvinas había terminado. También empezaba el
fin de la dictadura militar.
Las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos durante el “Proceso’
atravesaron dos atapas diferenciadas. En la primera, el gobierno de los
Estados Unidos estaba en manos de James Carter, del partido Demócrata,
que hizo de la defensa de los derechos humanos una de sus prioridades en
América latina. Esta orientación lo llevó a un conflicto permanente con el
gobierno argentino, que violaba sistemática¬mente los derechos humanos. El
cambio de administración —cuando el republicano Ronald Reagan reemplazó
a Carter— tuvo como consecuencia un cambio de política con respecto a la
Argentina. Reagan, que buscaba aliados para su política exterior, encontró en
Galtieri un entusiasta adherente, dispuesto a aline¬ar a la Argentina con la
política exterior norteamericana y a intervenir militarmente en América central.
Los Estados Unidos, por su parte, levantaron las sanciones que la
administración Carter había impuesto a la Argentina. Galtieri, entusiasmado
con los elogios norteamericanos e ignorante de la importancia relativa de los
aliados de Estados Unidos, supuso que este apoyo se traduciría en una
neutralidad benévola en el conflicto que pensaba iniciar con Gran Bretaña.
Dadas las condiciones militares del conflicto y el control de la información
por parte del gobierno, la derrota militar fue a la vez inevitable e inesperada.
Una de sus consecuencias principales fue la descomposición inmediata del
gobierno militar. Galtieri renunció, la Marina y la Fuerza Aérea se retiraron de
la Junta y el comandante en jefe del Ejército designó a un nuevo presidente,
el general Reynaldo Bignone.

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