Pueblos originarios en Tucumán... Micaela Espinosa

LOS DIAGUITAS

Ubicación

Los diaguitas habitaban los cerros y valles de lo que en la actualidad es el noroeste del territorio de Argentina, en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, norte de San Juan, extremo noroeste de Córdoba y el Norte Chico de Chile, en los valles transversales de las regiones de Atacama y Coquimbo, teniendo al oeste de la Cordillera de los Andes como límite aproximado el río Choapa. Aún se conservan restos de sus ingeniosas construcciones llamadas por los quechuas púkara o pucará como la ciudadelas de los quilmes en Tucumán, Tilcara en Jujuy, Fuerte Quemado en Catamarca, Tolombón, Chicoana, y Atapsi en Salta.
En toda esta región el clima es seco, llueve poco en el invierno y la mayor parte del año es soleado.

         

Organización

Antes de la invasión incaica, los diaguitas se establecían en pequeñas aldeas, cada cual era totalmente independiente de la otra, por lo que cada una poseía un jefe. Posterior a la llegada de los incas los valles fueron divididos en dos señoríos, el interior y el costero, bajo el mandato de un curaca designado por los incas.

Vivienda

Las formas de las viviendas de los diaguitas iban de lo rectangular a lo cuadrangular. Se componían de varias habitaciones comunicadas entre sí, con angostas puertas para su salida al exterior. Utilizaron, en su construcción, el método pirca (superposición de piedras) el techo, a dos aguas, era de paja o torta (mezcla de paja, ramas y barro).
Desarrollaban sus actividades en poblados como Quilmes, La Paya, Tolombón, los que tenían un espacio fortificado pucará para defenderse de los ataques. Un pueblo sedentario, organizado en tribus o clanes ayllu construidos por varias familias regidos por un jefe curaca, que podía tener más de una esposa según su condición económica.

Agricultura

El jefe diaguita repartía las tierras y organizaba la construcción y el cuidado de las terrazas de cultivo en las laderas de las montañas. Se trabajaba la tierra en común y se guardaba parte de la cosecha en los depósitos comunales. Cultivaban el maíz, fruto que constituía la base de su alimentación, el zapallo, la quinua, la kiwicha, los porotos, los ajíes y la papa (patata) y recolectaban frutos silvestres, como los del algarrobo, chañar, y copao, además de algodón para elaborar los trajes. Con el "taco" u algarrobo criollo, los diaguitas cubrían varias de sus necesidades básicas. Usaban la madera como leña o para la fabricación de enseres; de la corteza y de la raíz obtenían tinta para teñir lanas y telas, y de sus frutos hacían harina para cocinar un pan llamado patay. También preparaban la bebida alojo, parecida a la cerveza o la refrescante añapa.
Para asegurar el riego de sus cultivos elaboraron una serie de canales de regadí aunque no desarrollaron técnicas de regadío tan complejas como los atacameños. La papa y la quínoa eran sembradas en las zonas más altas, en terrazas y andenes de cultivo.                    



                                                                                  LULE  - VILELAS


  • Ubicación:originariamente los Lules ocuparon la zona abarcada por los Matacos, quienes los corrieron a su conocida ubicación de la parte noroeste de Santiago del Estero, Norte de Tucumán y sur de Salta (que anteriormente ocupó una cultura llamada La Candelaria).
    Los Lules se dividían en Esistiné, Toquistiné, Oristiné, Axostiné, Tamboriné, Guaxastiné y Casutiné. Los Vilelas se subdividían en Chunupí, Pazaine, Atalala, Omoampa, Yeconoampa, Vacaa, Chole, Ipa y Yooc o Guamalca. Los Lule-Vilela tenían características huárpidas: esbeltos y de apariencia agradable. Hacia fines del siglo XVII se encontraban en el interior del Chaco.

  • Hábitos alimenticios: fueron nómades, cazadores y recolectores. Cazaron principalmente el pecarí o chancho del monte y la recolección favorita fue la algarroba y la miel silvestre, esta última la obtenían haciendo un agujero en el árbol con una cuña y por allí extraían los panales sin precaución alguna. No trabajaron el riego, sólo debían cavar pozos o esperar la temporada de lluvias.

  • Vestimenta: debido a la zona templada que habitaban, ellos se desplazaban prácticamente desnudos. Como vestimenta tenían una madeja de hilo a modo de cinturón del que colgaban por delante plumas de ñandú. Las mujeres usaban el mismo cinturón pero en lugar de llevar plumas, se colocaban un delantal de hilo de caraguatá. Usaron pelo largo y sólo lo cortaban en ocasiones de duelo. Usaron los tatuajes en ocasiones especiales.

Fiestas y ritos: tuvieron la presencia del yamán (chamán o shamán). Una de las tantas formas de curar consistía en sangrar al enfermo en la zona dolorida para sacar la mala sangre ocasionada por un espíritu (ayacuá).
Para invocar a la lluvia el yamán aspiraba por la nariz el polvo del cebil, y, una vez en trance, bailaba y cantaba pidiendo, a gritos, la llegada de la lluvia.
Su celebración más importante fue la Fiesta del Diablo, que tenía por objeto ahuyentar los males. Duraba 15 días. En ese lapso los indígenas cantaban y bebían hasta caer en un profundo sueño, para continuar al día siguiente con la celebració

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